Macallan va a empezar el séptimo grado cuando conoce a Levi. Ella está pasando por un momento difícil, perdió a su madre y se siente muy triste por eso, así que no puede esperar por el primer día de clases para lograr distraerse y olvidarse un poco de su tragedia. Pero las cosas no empiezan muy bien cuando el director la obliga a darle un tour al chico californiano nuevo, Levi. Y aunque Macallan es un poco cortante con él al principio, no puede dejar de sentir pena cuando lo ve almorzando solo. Y cuando ella y sus amigas deciden unirse a él, es cuando esta amistad entre Macallan y Levi comienza. Adoran el mismo programa que nadie más parece ver, así que congenian con rapidez y se vuelven inseparables. Página tras página vamos descubriendo todas las cosas que estos dos amigos tienen que vivir, desde amistades rotas, hasta novios celosos. Cada año que pasa las cosas cambian un poco y nuestros dos protagonistas se ven más unidos que nunca. El problema es que ninguno sabe si es mejor ser amigos para siempre, o intentar ir un poco más allá.
Hace mucho que no leía un libro de esta escritora, así que no sabía con qué me encontraría. Los dos libros que he leído de ella me gustaron pero no demasiado, así que pensé que con este pasaría igual. Pero en realidad lo disfruté muchísimo y ha sido una historia adorable y refrescante.
Macallan es una chica simpática, inteligente y que disfruta mucho la escuela y no le da pena admitirlo. Sabe que no es la más femenina de su clase ni la más guapa, pero eso no le quita el sueño porque no le importa lo que piensen de ella. Lo peor que le ha pasado ha sido perder a su madre, y esa tristeza la acompaña durante todo el libro, aunque con cada página se matiza un poco su dolor. Me encantó su humor, su forma de ser, su forma de actuar ante los bullies, su forma de enfrentar cada situación, e incluso sus monólogos internos (interesantes y divertidos). Es una chica que con su sencillez pero también con su inteligencia logró conquistarme.
Por otra parte tenemos a Levi, un chico nuevo en Wisconsin que tiene el sueño superficial (¡sus palabras!) de cualquier niño de doce años: ser un deportista popular y tener a muchas chicas a su alrededor. Levi es un chico guapo, tierno y bastante divertido que logra tocarte el corazón desde el primer momento con sus diálogos divertidos y sus ganas de encontrar amigos. Aunque hay varios momentos en que se comporta como idiota (¬¬), me gustó mucho que lograra enmendar sus errores y volviera ser un amigo excelente e irreemplazable para Macallan.
Lo que estos dos chicos pasan como amigos es muy interesante. Contado a dos puntos de vista, la historia empieza a desarrollarse cuando están a punto de entrar a séptimo grado, con doce años, y página tras página la autora va profundizando en la amistad, pero también cambia el tiempo con rapidez. Cuando terminas la historia ambos tienen dieciséis y su amistad se ha enfrentado a un montón de cosas y momentos inolvidables que los une más. El romance y la amistad definitivamente son parte principal de la historia. Irás descubriendo la unión entre Macallan y Levi, cómo actúan ante momentos difíciles, cómo sus relaciones amorosas con otras personas pueden afectar su amistad, y cómo con cada año de madurez esta amistad cambia y se convierte en algo más fuerte, pero también sufre muchos altibajos. Definitivamente esta historia es divertida y muy muy tierna de principio a fin. Además, antes de cada capítulo la autora agrega una conversación entre los dos donde reflexionan sobre las situaciones vividas y eso me gustó bastante.
Algo de lo que suelo quejarme con mucha frecuencia en los libros juveniles es de los padres malos/ausentes. Así que me encantó que eso no pasara aquí. Macallan sólo cuenta con su padre y su tío, Adam, mientras que Levi tiene a sus dos padres (aunque su papá trabaje casi la mayor parte del tiempo). Desde que empiezan su amistad, sus dos familias se unen y se vuelven casi una, así que eso fue muy lindo de leer. La mamá de Levi se convierte en el apoyo femenino de Macallan, y Levi por su parte se vuelve muy cercano al tío de Macallan. Me gustó mucho esa cercanía familiar, las cenas de domingo, e incluso que los padres de ambos tuvieran sus sonrisitas cada vez que Levi y Macallan estaban juntos, esperando a que terminaran enamorados. De verdad fue un buen cambio comparado con otros libros llenos de malos padres.
Como punto negativo creo que podría decir que el drama un poco cliché hacia el final del libro no fue del todo de mi agrado, y aunque adoré a los protagonistas, en algunos momentos no pude evitar poner los ojos en blanco. En cuanto al final era todo lo que esperaba, así que quedé bastante satisfecha.
En definitiva, es un libro tierno, divertido y sin muchas pretensiones que logra cautivarte por su sencillez, por sus protagonistas simpáticos y por la historia de amistad/amor que viven ellos dos.