jueves, 31 de julio de 2014

De visita



Tener a la familia lejos, como casi todo en la vida, tiene sus ventajas y sus desventajas. Yo valoro mucho más esos días que paso en el norte desde que vivo todo el año fuera. Me alegro mucho más de volver a ver esas caras familiares, esos gestos conocidos, y no nos engañemos, llevo mucho mejor las cosas que me enervan de los demás. Es mucho más fácil no discutir si sólo nos vemos dos veces al año.

Cierto es que es muy bonito el reencuentro, pero el ir dos veces al año, supone que me quedo sin más vacaciones. No sólo no hay posibilidad económica, si no que nos hay días. El primer año no es molesto. El segundo tampoco me cuestionaba nada distintos. El quinto año es distinto. Yo quiero mucho a todo el mundo, pero este año ya digo “Santo Tomás, una y no más”. El año próximo iremos una vez. Ya veremos si en invierno o en verano, pero yo no sacrifico más todas mis vacaciones para visitar a nadie. Si alguien quiere verme, que venga, que cuesta lo mismo en ambas direcciones.

Me parece increíble que haya gente que espere y exija que sea yo la que va y viene, la que de vueltas como una noria. Porque claro, es que yo tengo que cumplir….

miércoles, 30 de julio de 2014

...adicción...


...sí, lo confieso, soy adicta...adicta al mar...esa mujer de azul mirada...esa que se desliza entre mis dedos evitando ser atrapada...la misma que rodea mi cuerpo desnudo en suave caricia...la que deja su sabor a sal en mis labios...la que me trae cantos de sirena al anochecer...su inmensidad me atrapó desde el primer instante que la contemple, que me sumergí en ella...desde entonces no puedo vivir sin ella...necesito mi dosis...voy en busca de mis camellos: Poseidón, Neptuno, Váruna, Njörd, Nanuet, Ma-tso-po, Yemayá, Acuecucyoticihuati...

...puesta a confesar, confieso que soy poliadicta...la segunda adicción, y no por ello menos importante, es la lectura...me permite viajar...deslizarme entre las palabras...disponer de múltiples personalidades, no hay ningún deseo que ella no pueda hacer realidad...cuando acaba siento como la ansiedad llama a mi puerta...y he de buscar otra seductora lectura que me tranquilice...el olor del papel...el color de la tinta...las ilustraciones...cada vez consumo más...no tengo remedio...mis últimos administradores; Paula Bonet, Paul Auster, Ben Brooks, Lyona y Rosa Delor i Muns...

...mmmmmmm el vino...con sus notas de color y aroma...su cuerpo en mi paladar...el sonido del corcho al deslizarse por su cuello...no importa la denominación de origen...tan solo la satisfacción que me produce...disfrutarlo al anochecer en la soledad de mi terraza a la luz del candil...no me importa ser descubierta por mis vecinos...culpo a Dionisio, Baco, Gestín, Osiris...entre otros...

...de María me cautivó su verde mirar...su aroma penetrante...su capacidad de hacerte volar...la serenidad que transmite...me libera de la opresión y me elevo...ay Shivá, Selassie...
...sí, lo confieso, soy adicta...

...infinitos besos de bolsillo...

lunes, 28 de julio de 2014

«La poesía y la guerra (de nuevo)»




Escribir un poema contra la guerra no va evitar que los seres humanos sigan matándose entre sí. No persuadirá a quienes ejecutan prolijamente las órdenes genocidas ni, mucho menos, a quienes las imparten sin conmiseración. No alterará las decisiones estratégicas que las promueven ni permitirá cerrar una sola fábrica de misiles; no modificará los hilos de esa farsa que llaman “opinión pública” ni favorecerá el boicot a los que lucran con los muertos; no erosionará los silencios que se ciernen sobre los que sufren ni consolará a los que sobreviven. Un poema contra la guerra ni siquiera puede justificarse como catarsis. Horada, quizás, el curso sereno de la escritura, pero no subvierte las estructuras que sostienen la regularidad de ese crimen institucionalizado que es la guerra.

Escribir poemas contra la guerra no otorga a nadie un título de nobleza y hasta puede convertirse en una manera oportunista de procurar notoriedad (más fantaseada y efímera que otra cosa). La polémica es parte del espectáculo y escribir un poema sobre las penosas circunstancias de una guerra siempre corre el riesgo de convertirse en una de sus formas.

Todos saben de la soberana inutilidad de escribir un poema contra la guerra. No supone mérito estético alguno y su calidad es tan variable como quien lo escribe. Un poema semejante es como un poema sobre el hambre o el sufrimiento humano, el amor o la soledad, la dicha o la muerte. Siempre corre el riesgo de recaer en tópicos tan obvios como falaces, de repetir motivos que se apagan en su grandilocuencia, de insistir en el mismo gesto simplista o ingenuo. Quien sabe que un poema contra la guerra es inútil, tampoco puede confortarse con escribirlo. Quien se conforma con escribir esa clase de poemas no vive el desconsuelo: se limita a atenuar la estocada, toda esa vergüenza anónima que nos cae encima por permitir que una guerra siga siendo posible.

Sin embargo, quien carga contra un poema semejante, ¿no debería cargar también contra cualquier género de escritura que cuestione la guerra (comenzando por los ensayos y las novelas)? ¿Y por qué limitarse a estos escritos? ¿No tendría que arremeter, asimismo, contra la pintura, el cine, el teatro, la música o cualquier otra producción artística que se manifieste contra la guerra? ¿Y por qué habría de detenerse ahí? Roto ya el dique del arte o la escritura, ¿no estaría obligado a disparar contra los tratados filosóficos o las ciencias sociales, en suma, contra cualquier discurso que no se conforme con aceptar la guerra como hecho inexorable? ¿Cuándo esos discursos han detenido alguna vez un disparo (en el caso de que ese hubiera sido su objetivo)?

Tampoco hay razones para limitarse a los discursos artísticos, científicos o filosóficos. Al fin de cuentas, ¿cuántas muertes han evitado los movimientos pacifistas? Y para apurar el razonamiento: ¿por qué no cuestionar a los gobiernos nacionales que cuando no entran directamente en guerra la permiten, a los gremios que organizan sus cuerpos militares, a las iglesias que enfervorizan a sus feligreses con llamados santos, a los medios que no median para evitar la masacre, a los periodistas convertidos en profesionales de la desinformación, a la educación escolar que prepara la barbarie en nombre de la civilización, a las ONG que humanitariamente ayudan a enterrar a los muertos, a los ciudadanos y ciudadanas que se pronuncian inútilmente contra tanto estrago? ¿Qué decir de esos órganos gangrenados que organizan la desunión y hacen autopsias de los crímenes de guerra que pronto olvidarán con su retórica pacificadora? ¿Qué hay del Fondo Miserable Internacional y del Banco Mundial de la Injusticia, que vienen a alzar espléndidas autopistas con el montículo de cadáveres que deja la guerra?

Todos presumen saber que la impotencia es el signo de nuestra época. Impotencia para detener una guerra, evitar el holocausto cotidiano, encarcelar a los payasos cleptocráticos que declaran la guerra en sus despachos, enjuiciar a los amos que hacen de la guerra a muerte su ley de vida, revertir el saqueo que la guerra corporativa instaura como moneda de cambio, impedir el estado en guerra y su expansión de escombros.

Todos saben que vivimos en guerra y más todavía quienes escribimos contra ella. Escribir contra es una forma de luchar, más allá de la lógica de la guerra, aun si hubiera ocasiones en que parece ineludible. No es una simple declaración de amor o una negativa abstracta a toda forma de violencia, sino apuesta por una lucha sin guerra. La confusión de la lucha con la guerra es parte de la derrota. La impotencia colectiva es efecto de la guerra que perdimos los que vivimos contra.

Todos saben de la declaración de guerra que los poderes han lanzado contra las mayorías fracturadas, convertidas en minorías. Es cierto que las guerras actuales son cada vez menos guerras: se limitan a la masacre -el mero barrido del otro. No por ello habríamos de dejar incólume la lógica de la guerra como enfrentamiento a muerte con un enemigo en última instancia espectral. La guerra de fuerzas que deliran su omnipotencia construye impotencia en cada barrido. También esa impotencia ante la guerra, consecuencia de la derrota, es lanzadera para construir otras posibilidades humanas más allá de la guerra, una potencia otra que se niega a lo que las elites de la guerra ordenan.

Llegados a este punto, ¿qué sentido tiene no ya escribir un poema sino una vida contra la guerra? A la inversa, ¿qué sentido tiene el ser humano que ha desistido de luchar contra los ejecutivos y empresarios de la guerra -esos operadores de la catástrofe?

Todos presumen saber que la impotencia poética es parte de la impotencia generalizada ante la guerra. No convertiremos más que a los convertidos, no disuadiremos a los señores de la guerra, no impediremos que sigan ejerciendo su poder de muerte o hagan del crimen un negocio rentable. Defender los armisticios, reivindicar el diálogo, apostar por el reconocimiento no va a detener el curso indiferente de la aniquilación. Incluso sus cronistas terminan formando parte de la guerra como fórmula suprema de la nulidad.

Pero aun si no supiéramos nada del sentido de esta práctica de lucha, podríamos señalar que escribir y vivir contra la guerra puede contribuir a sustraernos de la cadena de la impotencia y cuestionar la resignación ante lo que declaran imposible. Puede que escribir contra la guerra sea una forma de no sumarse al estado de guerra o al orden social de los escombros, a la excepcionalidad permanente de la guerra convertida en regularidad de la tristeza.

Entonces, no sólo escribir un poema contra: vivir, manifestarse, resistir a la guerra. Ejercer la libertad de cuestionar el estado de guerra, poner bajo suspenso la impotencia generalizada en la que vivimos. Quizás no todos saben que escribir poemas contra la guerra es una forma de no habituarse a ella, que formular un discurso contra la guerra es un modo de no aceptar la indiferencia zoológica que da por inexorable una existencia en guerra. Quizás no todos saben que el llamado contra la guerra, incluso si su fin no fuera divisable, es una forma de recordar una sociedad deseable antes que un orden temido, una interrogación por la justicia antes que una justificación del derecho (a la guerra), una reivindicación de la igualdad humana antes que una constatación de las jerarquías (militares) de la vida en guerra.

No todos saben que parte de la guerra es impedir la imaginación de un tiempo sin guerra, un porvenir en que no ya no es necesario escribir o vivir contra la impotencia ante la repetición escandalosa de la guerra. No todos saben que la formulación de la promesa de una sociedad más allá de la guerra es parte del deseo revolucionario de sabotear las máquinas de guerra que cada día nos aplastan. Luchar contra la guerra es erosionar la vida en guerra en que malvivimos incluso si escribimos contra. Escribir contra es dar testimonio de un dolor sin testigos y a través de ese acto testimoniante rebelarse contra los que deciden que la guerra sea el único discurso posible -la evidencia de nuestra impotencia.

Un discurso contra la guerra -¿lo sabemos?- es mejor que aquel que la defiende como mal necesario en la medida en que también se hace práctica contra el espectáculo que niega la masacre de toda guerra, la muerte irreductible del otro que sigue ahí, sin sepultura ni testimonio. Escribimos contra para cambiarnos a nosotros mismos y desafiar el mutismo obediente a los señores de la guerra. ¿Qué sería de nosotros si esos discursos y prácticas se anudaran, construyeran una cultura contra, trazaran lazos entre los cuerpos, último soporte de la guerra, incluso si fuera tele-dirigida? ¿Qué clase de omnipotencia megalómana podría condenar a la impotencia una contracultura en común?


También la escritura puede resistir al canto de las sirenas, también la vida puede resistir, rebelarse como sueño, ayudarnos a confiar en las posibilidades humanas más allá de la guerra (aun si su fin no cesara de postergarse), en el reconocimiento del otro como semejante, en la promesa de comenzar a cambiar el mundo en que malvivimos desmotando la guerra que llevamos dentro.


Arturo Borra

viernes, 25 de julio de 2014

...baja Modesto que subo...



"Creo que esa piña está colada por mi"

...infinitos besos de bolsillo...

miércoles, 23 de julio de 2014

Reseña: Dangerous Girls - Abigail Haas

Título: Dangerous Girls
Autora: Abigail Haas
Idioma: Inglés
Editorial: Simon Pulse
Género: Young Adult - Thriller
Fecha de Publicación: 16 de julio de 2013
Sinopsis: Son las vacaciones de primavera del último año. Anna, su novio Tate, su mejor amiga Elise, y algunos otros amigos cercanos han decidido hacer un placentero viaje a Aruba que promete ser el mejor momento de sus vidas. Pero cuando Elise es encontrada brutalmente asesinada, Anna se encuentra atrapada en un país que no es el suyo, luchando contra acusasiones viles y despectivas.
Cuando Anna empieza a buscar al asesino de su amiga, descubre verdades sobre sus amigos, la naturaleza resbaladiza de la verdad, y el dolor del amor joven.
Mientras espera por la sentencia del juez, se hace más claro que todos a su alrededor piensan que ella no es sólo culpable, sino peligrosa. Cuando la verdad sale a la luz, es más impactante de lo que alguien podría haber imaginado...

  Reseña


Anna y sus amigos están pasando las vacaciones de primavera en Aruba. Todo va perfectamente hasta que encuentran a Elise muerta. Alguien la apuñaló y el culpable puede estar entre ellos, así que Anna y sus amigos tienen que quedarse en Aruba mientras se resuelve el asesinato. El fiscal y detective del caso ha puesto sus ojos en Anna y Tate, así que ellos son los principales sospechosos y un juicio decidirá quién es el verdadero culpable. ¿El asesino pagará por su crimen o se juzgará como culpable a una persona inocente?


Este libro fue una montaña rusa de sentimientos que me llevó de sentirme frustrada y enojada, a sorprendida y bastante satisfecha. Para mí el sentido de todo este libro está en qué tan bueno eres aceptando el final. Si te gusta el final, será un gran thriller psicológico; y si no te gusta, entonces será una historia pesada y que jugó con tus sentimientos. Yo, claramente, pertenezco al primer grupo.




Esta historia es contada en diferentes tiempos, lo que puede llegar a ser un poco confuso. Está el presente, donde se inicia el juicio contra Anna por el asesinato de Elise. En estos capítulos eres completamente transportado a la sala frente a la juez, y sufres con cada momento y con cada prueba que el fiscal tiene para inculpar a Anna; es aquí donde te das cuenta lo que verdaderamente significa “cualquier cosa puede ser usada en tu contra”. Los capítulos donde se narraba el juicio fueron mis favoritos porque generaron todo el dramatismo de estar verdaderamente en un juicio y me hicieron pensar: ¿Quién testificará ahora? ¿Qué pruebas tiene el fiscal? ¿Quién diantres es el asesino? Porque, aunque todo parece bastante sencillo de descubrir y aún cuando es probable que descubras quién es el asesino a mitad del libro, aún así la autora te hace dudar y te hace cuestionar una y otra vez tu propia teoría.



Pero aparte de estos capítulos en el presente también están los del pasado. Hay capítulos donde se narra cómo inició la amistad entre Elise y Anna, cómo dos chicas que parecían tan distintas terminaron siendo tan cercanas, y cómo, a veces hasta los amigos más cercanos esconden secretos que pueden ser muy perjudiciales para ti. Y también están los capítulos de las vacaciones, desde que llegan a Aruba hasta los momentos trágicos que debe sufrir Anna como principal sospechosa. Creo que la autora no ha dejado nada por fuera, y logra que el lector conozca cada parte de Anna, todo lo que ha tenido que vivir desde que conoció a Elise, todos los secretos que ha tenido que descubrir y todos lo que ha tenido que sufrir con la muerte de su mejor amiga.



Fuente
En cuanto a los personajes principales, creo que dada la forma en la que se desarrolla la historia es un poco difícil conocerlos completamente. Anna es una chica que parece normal pero que en realidad ha vivido una situación difícil desde muy joven (su madre tiene cáncer), y aunque durante toda la historia estás en su cabeza y logras conocerla un poco más, creo que aun así no hay suficiente profundidad en este personaje. Y con Elise me sucedió lo mismo. Era la típica chica perfecta con una imagen alocada muy escondida. Su personaje es bastante complejo y creo que la autora no logra darnos ni siquiera un atisbo de qué era lo que realmente pasaba por su cabeza, así que eso me dejó un poco decepcionada.



A veces sentí que los personajes secundarios fueron demasiado excesivos. La autora utilizó demasiadas historias de fondo con la intención de lograr crear posibles sospechosos así como testigos, pero para mí fue algo innecesario y mas bien molesto, porque en realidad esto hizo que muchos personajes parecieran planos y sin mucho sentido para la historia.



El final… *suspira*. A mí me encantó, me fascinó, lo amé… PERO me dejó con demasiadas (DEMASIADAS!) preguntas que me han causado desvelo aún me persiguen y a las que me hubiera gustado encontrarles una respuesta. Seguiré preguntándome qué tan cierta es mi teoría durante toda la eternidad.



En general, es una historia impactante que logra cautivarte completamente por lo bien que se desarrolla y por el matiz oscuro que tiene. Lo recomiendo si te gusta el suspenso/thriller y estás un poco cansado de las novelas típicas juveniles.

Puntuación:



Sobre la Autora

Página Web || Facebook || Twitter || Libro en GoodReads


Abigail Hass ha escrido dos novelas para adultos y cuatro novelas contemporáneas juveniles bajo el nombre de Abby McDonald. Dangerous Girls es su primera novela juvenil de suspenso. Creció en Sussex, Inglaterra, y estudió Política, Filosofía y Economía en la Universidad de Oxford. Vive en Los Angeles.




¿Te llama la atención?

Nos leemos ;)

martes, 22 de julio de 2014

Verano en Berlín



El verano alemán con su sol, su calorcito, las ganas de comer helado y de tostarse al sol, es algo muy especial. Y no sólo por lo bonita de esta época del año, sino porque por estos lares nunca sabemos cuánto va a durar…
Para que no pierdas ustedes mucho tiempo leyendo y puedan disfrutar más de Berlín en verano ahí van algunas ideas:

-Si la temperatura es agradable, pero no muy alta, podemos hacer un tour en bicicleta. Las afueras de Berlín son preciosas.
-Por estos lares playa poca, o más bien ninguna, ¡pero siempre nos quedan los lagos! Krumme Lanke es un lago a tiro de piedra para la gente que vive en el centro de Berlín. Además el camino desde la U-Bahn hasta el lago no es largo.
-Seguimos con más lagos: Wannsee es el lago por excelencia para la parte occidental de Berlín. Tiene una zona con arena y tumbonas. Eso sí, es como el Benidorm berlinés, si quieres sitio mejor ir muy pronto.
-Disfruta de los muchos parques y zonas verdes que tiene Berlín. Tiergarten es un parque enorme en el que se puede disfrutar de un día de picnick fantástico…
-Pero si lo que queremos es hacer una barbacoa, mejor ir al Tempelhofer  Feld. Esta gran superficie verde, no lo llamo parque, porque no tiene bancos ni zonas de recreo a excepción de un minigolf, es ideal para pasar un día agradable. Es una zona verde enorme, con varias parcelas habilitadas para poder disfrutar de una deliciosa barbacoa. Además al haber sido un aeropuerto, las pistas de aterrizaje y despegue aún están en buenas condiciones y ofrecen la posibilidad de montar en patines, bicicleta y demás artilugios modernos que van sobre ruedas y cuyo nombre no conozco.
¡A disfrutar del verano!

lunes, 21 de julio de 2014

...un soplo de aire fresco...


...hay días en los que te despiertas con ganas de hacer limpieza en tu vida...amaneces con la intención de cambiar el rumbo de tus actos...con la necesidad, imperiosa, de dejar entrar un soplo de aire fresco...amaneces con la extraña sensación de llevar demasiado tiempo soportando el peso de la rutina...ya no tienes ganas de ser "políticamente correcta"...quieres hacer y decir lo que te venga en gana...dejarte llevar por la intuición...las emociones...los sentimientos y pensamientos...ser dueña de tus actos...marcar el ritmo y dirección de tus pasos...y cuando eso sucede...comienzas a ser molesta para algunas personas pero te haces más ligera...más libre...no te sientes prisionera...ni coaccionada...puede ser que pierdas algo...pero también ganas mucho...

...infinitos besos para vuestros bolsillos...