Dos y media y... ¡¡por fin viernes!! Fin de semana para unos pocos y más horas de estudios para otros.
Ha salido el sol, y desde mi ventana descubro funcionarios volviendo a casa y niñas con cientos de bolsas de Bershka; aunque el frío, como Rexona, de momento no nos abandona (ayer mínima de España –4ºC). Y es que, desde que pertenezco al grupo de futuros “comunicadores”, he empezado a fijarme mucho más, por ejemplo, en los anuncios publicitarios.
Los colores, el tipo de plano o el mensaje que debemos, como espectadores, recibir y retener en nuestro subconsciente, está calculado al milímetro. Así las grandes campañas pasan a formar parte de nuestra cultura popular; quién no recuerda al majete de Edu y su ¿feliz navidad!, al famoso chico Martini, o la incomprensible frase cocacolera “del pita pita del”.Desde que ya no hago tanto zapping, flipo con las ideas que nos quieren vender, así sin anestesia. Analizando los anuncios publicitarios podemos hacernos una idea de los roles sociales (papeles que debemos interpretar, sí buana) que todavía pululan por nuestra abierta sociedad; a veces resulta bastante penoso ver a una mujer en ropa interior negra bajar por una escalera para que una señora le ponga un vestido, mientras una voz en off comenta "porque las mujeres sabemos lo que estamos dispuestas a hacer por no manchar la ropa negra". Real como la vida misma.