"...Nunca estuve menos sola, más feliz que cuando al aceptar lo que nunca sabría supe quien era..."
Somos como las plantas,
nuestra piel es hoja y nervaduras.
sembradas sobre el magma
de pasiones hermosas que bailan sin cesar.
Somos danza y danzar en el viento
es potestad de nuestras piernas sin raíces.
Todo cambia y nada permanece.
Y no habría belleza, ni danza, ni movimiento si las estaciones no alborotaran los colores y el follaje de los arboles no se desprendiera amarillo
en el atardecer.
No habría vida sin muerte, ni nos alimentaríamos.
Y jamas habríamos sido esto que somos
si la conciencia no guardara experiencias ajenas que misteriosamente se aposentan en el aire interior cuya esencia desconocemos.
Y sin embargo así como Blake dijo: "La eternidad está enamorada de la fabricación del tiempo"
es inevitable enamorarse de la creación
y sentir el dolor de no ser inmortales.
Pero ven y abandona el egoísta rencor
ante lo incomprensible, porque la vida se alimenta de la vida, hemos de arder en la pira funeraria sin perecer;
los cantos y los mitos no desaparecerán con nosotros como no perece el árbol
que recto y tendido me sirve de apoyo para escribir esta reflexión.
La experiencia de la vida es la pasión de beberla hasta la embriaguez profunda,
cantar, bailar, decir versos hermosos
y luego dormir...
...beber con pasión hasta la última gota de vida que poseemos...embriagarnos con todas esas pequeñas cosas, que diariamente pasan desapercibidas ante nosotros...estar orgullosas de nosotras mismas...de la vida que hemos decidido llevar...
...estoy orgullosa de ti mi amor...por tu esfuerzo diario...por tu lucha y tesón...por las ganas y empeño...