...Hacía 73 años que Josep "El campanero" había sido abandonado a las puertas de la iglesia de aquella pequeña población...su piel desprendía una mezcla de aromas (madera, humedad, incienso, cera y polvo)...una vida llena de luces y sombras...hombre de pocas palabras...aquel atardecer, tras darse un baño de agua caliente y jabón, se puso el traje de mortaja. y caminó despacio hacia la iglesia...amable, saludó a cada vecino que se encontró a su paso...sacó la llave del bolsillo de su chaleco, la introdujo en la cerradura y la giró hacia la derecha...el sonido chirriante le volvió a recordar la falta que tenía de un buen engrase...entró y cerró la puerta sin echar la llave...subió con decisión los peldaños que daban acceso al campanario...observó con detenimiento la campana (fiel compañera y tierno modo de expresión)...se había ganado el mote a pulso ya que durante varios años había sido el encargado de dar los toques de oración, a muerto, a mortijuelo, de domingo, de fiesta, de tormenta, de encojurar tronadas, de perdidos y de fuego...respiró hondo y comenzó el toque combinado de las tres campanas anunciando su propia muerte...al escuchar el toque el párroco salió con prisa de su casa hacia la iglesia ya que no había sido comunicado el fallecimiento de ningún vecino...Josep al finalizar el toque dio nueve campanadas...se abrazó, por última vez a la campana...sintió el aire fresco en su cara...cerró los ojos y se lanzó al vacío...
...infinitos besos de bolsillo...