Tener dientes de leche siendo adulto es un engorro. En un engorro para mí (¡oh pobrecita de mí!), para mi maromen que tiene que acompañarme al cirujano a que me hagan en la boca todo lo que quieran, y es un engorro para el ratoncito Pérez (en tierras tutonas Zahnmaus), que el pobre va a llegar a mi casa medio herniado a darme mi regalito, o regalazo, según se mire. Yo soy de la opinión que un diente de leche en boca de un adulto, vale infinito más que en un niño. Ya se sabe, con la edad todo es o debería ser proporcional, así que regalazo para mí, ¡como está mandado!
Poniendome medio seria, pero solo medio, que si nos ponemos muy serios, nos pueden salir arrugas. Mirad la cara de Frau Merkel. Me operan a las 12, y aún no estoy nerviosa ni nada,
si es que yo soy muy valiente, como vengo de Baskenland. A las 11:45 volvemos a hablar de mi nerviosismo....pero sin olvidar que yo soy muy valiente.
Hoy me van a sacar la primera pieza de leche y a fijar la pieza definitiva, que está bien escondida la
jodía, con un bracket. Me va a doler. El durante no, el después sí. No me fastidida que me vaya a doler, bueno también, lo que más me fastidia es que en Berlín brilla el sol en un cielo azul esplendido, y yo estaré los próximos 3 días
agonizando y lloriqueando aguantando el dolor como una campeona, recordemos,
yo vengo de Baskenland y sin poder disfrutar del buen tiempo como yo quisiera....
¡Los que puedan que disfruten del sol!