...hay puertas que se cierran por dentro...pueden hacerlo de un portazo...o con sigilo...sin apenas darte cuenta...puertas que son acariciadas antes de ser cerradas...puedes sentir el olor a madera y la suavidad del barniz...puedes, incluso, sentir los agujeros del tiempo...las imperfecciones...puedes cerrarlas, tan solo, con el resbalón...dejando la posibilidad de que el susurro del viento las abra...o acariciar la llave que llevas en el bolsillo antes de dar tantas vueltas como permita...y ser tú quien decida abrirla...la furia, puede que incluso, la pasión nos haga dar un portazo sin apenas despedirnos de quienes dimos con nuestra madera en sus espaldas...puede que miremos a los ojos, en silencio, a quién sabemos cerraremos la puerta y no abriremos jamás...y le veamos marchar por la minúscula mirilla...es posible, que dejemos marchar a quien tanto lo desea y tan solo cerremos la puerta respetando su decisión...pero no es lo mismo una puerta que se cierra por dentro que aquella que es cerrada por fuera...ahí, justo ahí, marcamos la diferencia...
¿Cómo cerraste tu puerta? ¿Te quedaste dentro o fuera?
...infinitos besos para vuestros bolsillos...