De todo hay en la viña del Señor, eso está claro. Vaya por delante que no tengo el gusto de conocer a la población completa que habita tierras teutonas, con lo que si hago referencia a “los alemanes” me refiero a ese grupo de gente que conozco. Muy majos ellos, pero con sus rarezas.
Aquí van algunas en lo que a la limpieza se refiere:
-En Alemania la lejía es prácticamente una desconocida. Venderla, la venden, no vamos a mentir. Pero no es muy común que la utilicen.
-Los alemanes no saben lo que es una fregona. Ellos tienen dos maneras de guarrear limpiar el suelo. Variante a) ponerse de rodillas limpiar como nuestras abuelas lo hacían, con un paño y frote-frote. Variante b) con una mopa. Sí con esa mopa con la que nosotros limpiamos el parqué flotante. Ellos la mojan y guarrean limpian. La mopa la escurren retrociéndola con las manos....¡un asquito!
-Los platos no se friegan, se bañan. Tapón puesto en el fregadero, éste lleno de agua jabonosa y ¡ea tos pa’dentro! Cuando ya están todos los restos reblandurrios, le dan al frote con un trapillo o con un cepillo. (Aclaro que mi mitad teutona friega normal, osea como Dios manda o como a mí me gusta.)
-Cuidadito con los productos de limpieza que son giftig (venenosos). Se usan en moderada cantidad. A esta gente eso de que huela a limpio, vamos a lejía, pronto, o Don Limpio, como que les da mal rollo.
-Las ventanas de limpian una vez al año. Concretamente durante el Frühjahrsputz. El resto del año se van cubriendo de una capa de porquería que nos lleva a pensar que nuestro patio está teñido de un tono malva o gris, tipo foto antigua. ¡Muy romántico todo!