En el último mes estuve enferma justo antes de irnos de vacaciones. Se me juntó un virus chungalí con que se me movió el líquido del oído y no podía caminar recto. Vamos…un espectáculo…pero ya pasó.
A mediado de Agosto volamos hacia España, sabiendo que iban a ser una vacaciones extrañas. Íbamos a pasar unos días en casa de mis padres, después nos recogerían mis suegros con el coche e iríamos juntos a Asturias. La idea era que nuestros padres se conocieran. Que yo me pregunto ¿para qué si no se pueden comunicar? Pero bueno… mi mitad teutona quería, los padres de ambos también. Pasé por el aro.
Santo Tomás, una y nunca jamás. Nunca más en mi vida repito esto…¡ni de broma!
Quizás algunos de Uds. piensen que hubo discusiones o enfrentamientos con mis suegros. ¡Nada más lejos de la realidad! Yo soy una persona muy comedida y procuro ser pacífica, sobre todo cuando tenemos que compartir techo en una casa que está en medio de la cochina nada… Señores, que por haber no había ni cobertura.
Pasadas las vacaciones volvimos a tierras berlinesas y me pillé un resfriadito bien bonito… Vuelvo el lunes al trabajo y toca, por supuesto, el siguiente despropósito. Sin comerlo ni beberlo me tragué la charla del siglo por culpa de gente que no tiene orden ni concierto ninguno.
Pero ese tema da para otra entrada.
Queridos lectores, acéptenme un consejo: Si se diera el caso de verse atrapados en una casa con la Familie, respiren Uds. hondo, muy hondo. Todo pasa… Y no, no traten de explicar a un alemán cómo comer un centollo porque de ahí no puede salir nada bueno….