...cada tarde se sentaba en el banco, a la sombra de aquel árbol que le vio crecer...las capas de pintura verde intentaban ocultar las marcas de su vida...aquella madera había sido testigo de cada una de sus andanzas...al deslizar el dedo corazón de su mano derecha sobre el octavo listón leía, como si de braille se tratara, Marta...a los 15 talló el nombre de su primer amor en la madera, a los 16 sus letras desgarraron su corazón, a los 23 se lo tatuaban en chirona...en aquel banco se enamoró de ella cuando comían pipas una tarde de verano...en aquel banco le robó el primer beso...en aquel banco compartieron su primer pitillo...en aquel banco "se liaban" entre papeles...en aquel banco su primer pico...en aquel banco comenzaron a viajar...cada día más lejos...en aquel banco la encontró sin vida...sobredosis de emociones..sus besos no lograron reanimarla...abrazado a ella esperó la ambulancia...la policía la arrancó de sus brazos, entre ellos bien sujeta...en un frustrado intento de que no cayera al vacío...en aquel banco decidió dormir desde entonces...a la intemperie...sin techo...sin límites...se refugió en el silencio...nunca más dijo una palabra...
...dicen que perdió la cabeza...dejó salir de paseo las ideas y nunca más volvieron...algunos dicen que fue por culpa de las drogas...otros insinúan que fue el amor...quizá fuera su pérdida...
...al salir de la cárcel su madre le acogió en casa...y cada tarde baja al parque...y se sienta en el banco...
...cada tarde en el parque en el que desemboca la calle Cristo de la Epidemia le veo sentado...con la mirada perdida...y el dedo corazón de su mano derecha acariciando las muescas que un día dejó su navaja...
...infinitos besos de bolsillo...