Amanece. Los habitantes del país al despertar se disponen a realizar sus rutinas de domingo. Pero no es un domingo cualquiera. Es el domingo de la libertad, de las decisiones, de…se visten sus ropas de domingo y salen a la calle.
Ropas impolutas. Disfraces para la ocasión con la intención de no ser descubiertos.
Nadie estaba preparado para la revolución de la naturaleza, huracanada y triste…atormentada dejó caer litros de lluvia incontrolada.
Los viandantes vestidos de rojo para la ocasión, al contacto con el agua, iban dejando una estela roja tras sus pasos…apareciendo su esencia azul.
Los azules aparecían en lugares insospechados…la mezcla de tintes en el suelo iba convirtiendo a éste en una gruesa capa negra, devastadora…desolación y oscuridad…la dura realidad en nuestros pies…
Y en ese horizonte azulado pude vislumbrar rojos apasionados y verdes que crecían como la mala hierba…minorías sin disfraz…expuestos sin miedo…pinceladas de esperanza (no Aguirre)…
Empapada miré hacia abajo…para mi felicidad seguía siendo verde…cardo borriquero…inextinguible…infinita como mis besos de bolsillo…