Lo primero de todo pedir perdón por no haber publicado nada en los últimos meses. La crisis pseudoexistencial y puñetera por la que pasé absorvió todas mis energías y dejó a mi cerebro en estado vegetal. ¡Una fatalidad!
La última entrada trataba sobre mi compañero de piso, bueno, compañero de piso por llamarlo así, porque yo ya vivo con mi maromen desde finales de Enero. En este país teutón hay que renunciar al piso por escrito y con tres meses de antelación, así que hasta finales de Abril seguire llamando a ese individuo "compañero de piso".
Tengo unas ganas inmensas de darle las llaves y perderle de vista por siempre jamás. Es un liante inaguantable, hace que sabe, sin saber, y hace que no sabe, sabiendo. Entre nosotros la relación es nula y decir que no me fio de el ni un pelo. Él tampoco quiere verme, claro, ha visto que a mi no me la cuela tan facilmente.
Después de infinitud de viajes al piso compartido y cargar mis, en teoría dos trastos de nada, está todo en proceso de acabar. ¡Qué agusto se está en casa!
En la próxima entrada os cuanto cómo se me vino una puerta de casi 40 kilos encima.....