martes, 3 de diciembre de 2013

Doctrina Parot



Toda persona que comete un delito debe pagar por ello una pena adecuada al delito cometido. Yo reconozco ser bastante dura en lo que a las penas a cumplir se refiere, ya que pienso que siendo adultos debemos de meditar y sopesar nuestras acciones y sus consecuencias. Todo eso antes de si quiera mover un dedo. No me agrada ni suelo ser comprensiva ante la explicación de „yo eso no lo sabía“, „ no me lo esperaba“, „pensé sin actuar en las consecuencias“ etc. No me vale señores, todos tenemos un cerebro para utilizarlo y cuestionarnos cómo no sentiríamos nosotros, si fuéramos las víctimas.

No me parece un desacierto que el objetivo de las penas de prisión en España sea reinsertar a la persona. Es más, me parece la opción más humana; eso sí, cuando la persona haya cumplido su pena y haya pagado por los errores cometidos. Y no, una pena de cumplimiento máxima de 20 años me parece irrisorio y una ofensa para la sociedad española. El que la hace que la pague, y que acarree con las consecuencias de sus actos.

Con la derogación de la Doctrina Parot están saliendo a la calle personas que, a pesar de haber cometido crímenes horribles, y de no estar reinsertadas ni ser capaces de poder ser reinsertadas, pueden campar a sus anchas y con total libertad. Y es precisamente esa libertad que tienen esas personas potencialmente peligrosas, la que está siendo negada al resto de la sociedad. Si una persona potencialmente peligrosa y con altas probabilidades de reincidir está libré y casualmente en mi zona, yo no me siento libre de poder moverme tranquilamente.

Estoy a favor de la reinserción, pero de la de verdad, no de la de boquilla, siempre que las personas estén en la situación de poder formar parte activa y productiva dentro de la sociedad. Si estas personas son un peligro y una amenaza, no creo que deban formar parte activa de la sociedad. Es más, creo que deberías estar alejadas del resto de la gente, para así no poder causar más daño.