Cuántes veces habremos oído a nuestras madres que con su paciencia de Santo Hop nos decían una y otra vez "come bien, comete todo el planto eh", "la alimentación es muy importante"... Esas frases con las que nos martilleaban la cabeza y que repetían un millón de veces sin hacer ni siquiera una pausa para respirar. Esas frases que forman parte de los recuerdos de cualquier niño, son frases míticas. Y lo más repateante de escuchar la frasecilla de marras era escuchar el "ya me lo agradecerás cuando seas mayor..." Y tú ahí pensando, "sí, por las narices te voy a agradecer que me hayas obligado a comer menestras con champiños e higado, ¡ja!
Lo peor de todo no es tener que comerse la menestra, o la sopa minestrone (yo me preguntaba siempre "qué será un minestrón"), ni el higado. Lo peor de lo peor es tener que decir, "sí madres, tenías, tienes y tendrás razón, hay que comer bien."
Todo esto lo digo con conocimiento de causa y después de estar pasando una anémia de asustar. ¡Me encanta tener que tomarme el suplemento de hierro y sentirme cansada todo el día!
Ama, aunque no me leas, desde aquí te prometo comer requete bien y dosificar esfuerzo.