miércoles, 7 de agosto de 2013

Atracción

No puedo evitarlo, es como una adicción. Empecé jovén con ello y ya hace más de nueve años de la primera vez. Es como una necesidad.

La verdad sea dicha, en mi caso, es una necesidad. Sí, lo sé, puede que suene a excusa. Pero no lo es. Es mejor hacerlo así, por mí misma a tomarlo de fuera, que no sé lo que lleva. ¡Además a precio de oro!

Siempre sucede lo mismo. Cuando está todo bajo control y ordenado, aparece esa vocecilla que me llama. Siempre me dice lo mismo, y yo débil, como soy, no puedo resistirme y caigo en la tentación una vez más.

La semana pasada fueron magdalenas de yogur, plátano y frambuesas. Esta semana pastas de té. ¿Quién sabe qué será la semana próxima? El caso es ver restos de harina sobre la encimera, el traqueteo del horno y disfrutar del olor que va saliendo de él.

Hoy he echado mano de una receta sencilla:

  • 250g de maizena
    - 200g de azúcar
    - 2 cucharaditas de esencia (yo usé la de vainilla)
    - 125g de mantequilla
    - 2 huevos
    - Cacao en polvo o virutitas de chocolate para decorar.
En primer lugar pondremos el horno a calentar a unos 180º.
A continuación ponemos en un vaso de batidora o cualquiera que tengamos que sea alto, como la jarra medidora que uso yo, el azúcar y lo batimos para que se haga más fino (si no usáis un recipiente alto se levantará mucho polvo).
Tras un par de minutos ponemos la mantequilla, dos cucharaditas de esencia y uno de los huevos, y batimos un poco más, hasta que se junte todo.
En un bol ponemos la maizena y añadimos la mezcla que hemos batido antes. Lo mezclamos todo y lo vamos poniendo en una bandeja de horno con una manga pastelera o una pistola de hacer galletas, en la que hayamos puesto papel vegetal.
Ponemos huevo batido (el otro que no habíamos utilizado) por encima de las galletas, y si queremos, cacao en polvo o virutitas para decorar.
Metemos las galletas en el horno, y esperamos unos 7 minutos.
También es posible decorarlas con glaseado de limón.

Me he puesto manos a la obra. He seguido todos los pasos en el orden adecuado. Me he controsionado para llegar al fondo fondísimo del armario, y poder coger el papel para hornear, que estaba abajo abajísimo, de todo ello cual artísta de un circo chinoY me lo he pasado pipa haciendo uso de mi fuerza hercúlea para sacar la masa de la manga pastelera.

La cocina vuelve a estar como ande de la operación “pastas de té”. Ya, sólo me queda disfrutar de ellas.... ¡ñam!