sábado, 31 de diciembre de 2011

Feliz año nuevo

Espero que este año en el que entraremos esta noche sea mejor para vosotros que el que se nos acaba. Deseo que se cumplan todos vuestros deseos y espero ver como mi tierra remonata poco a poco el vuelo. Espero ver cómo resurge de sus cenizas cual ave fenix y espero ver resurgir de esas cenizas más fortalezidas a todas las personas que lo estan pasando tan mal por la crisis.

¡Feliz año nuevo a todo!

jueves, 29 de diciembre de 2011

Pequeños holocaustos cotidianos: las consecuencias previsibles de los CIE



La muerte perfectamente evitable de Samba Martine (Congo) en el Centro de Internamiento para Extranjeros madrileño no debería sorprender a nadie. No es producto de una desidia accidental (la falta de asistencia médica ante una meningitis) sino una consecuencia previsible de una funesta política de encierro que desde diversas entidades y movimientos sociales venimos denunciando desde hace varios años (1). Lo que ahora escandaliza por hacerse público constituye una práctica (nada secreta) de los numerosos CIE desperdigados en España.

No es la primera vez que ocurre y, probablemente, no será la última muerte producto de una política que criminaliza a los inmigrantes irregulares. Que ahora el juez García de Dios señale las graves falencias de esos centros no hace más que confirmar un “secreto a voces”. Los CIE son campos de confinamiento en los que la ley que rige es la ley de la excepcionalidad, es decir, la suspensión temporal de los derechos de los “internos” (personas que por diversas razones y en sobradas ocasiones no han tenido más opción que escapar de sus países, en caso de pertenecer a alguno).

No se trata, pues, de exigir “condiciones más humanitarias” para los seres humanos confinados a campos en los que la tortura, el maltrato, las vejaciones, el hacinamiento o la privación de otros derechos humanos es moneda corriente (2). Nuestro objetivo político no puede ser otro que la supresión de estas prácticas sistemáticas de degradación de ciertos extranjeros que el estado español considera sobrantes. No sólo convierte en «delincuentes» a una clase de sujetos por su situación administrativa, sino que además los recluye en espacios inhabitables, sin los más mínimos controles efectivos (y no sólo en lo que hace a la salubridad).

El silencio oficial, cuando no algunas cínicas declaraciones que se incumplen no bien se apagan los micrófonos, tiene una significación clara: ellos saben perfectamente lo que ocurre en esos centros y aún así, no muestran la menor voluntad de cambiar estructuralmente esa situación. Fuera de las garantías de un inexistente «estado de derecho», el paso por un CIE, incluso si no se hiciera efectiva la repatriación por no poder acreditarse el país de procedencia, equivale a una condena duradera: ser uno de los tantos “sin-papeles” que deambulan en los márgenes, sin la más mínima posibilidad de regularizarse, trabajando –cuando pueden- por jornales que no superan los €15 euros, como peones agrícolas o empleadas de hogar.

Es cierto que esta política se nutre de la desinformación ciudadana: ni siquiera sabemos qué porcentaje de extranjeros irregulares que sobreviven en los CIE son anualmente repatriados. Lo que es peor: tampoco hay información oficial acerca de cuántos CIE hay en territorio español y cuántas personas están confinadas en ese espacio (3).

La continuidad de esa política no parece estar en discusión (ni mucho menos en cuestión) por parte del gobierno español entrante. Es más: prevé un endurecimiento de la Ley de Extranjería y forma parte de sus cálculos la supresión del derecho de “arraigo social” que daba la posibilidad (transcurridos tres años de residencia ininterrumpida en territorio español y con un precontrato de trabajo de al menos un año), de obtener un primer permiso de trabajo.

En este sentido, el endurecimiento de esta política del encierro, en línea al racismo y xenofobia crecientemente institucionalizados, arruina cualquier proyecto europeo de ciudadanía democrática e inclusiva mínimamente creíble. Constituye una de las más flagrantes violaciones de los derechos humanos y consolida un estado policial en la que el otro es constituido en sujeto marginal: no-ciudadano, objeto permanente de un dispositivo de vigilancia que lo convierte en “no-integrable”, excluido tanto de la comunidad política como del acceso igualitario a los servicios públicos.

Construidos como “usurpadores” por parte de los discursos hegemónicos, se crean las condiciones simbólicas para el repudio de esta clase de “extranjeros” con escasa incidencia en el consumo aunque con importante presencia en la economía sumergida (aceptada sin más por un estado capitalista que opera como garante de la rentabilidad privada). Los “sospechosos de siempre” son reincluidos como “delincuentes”, figuras repudiadas que se convierten en depositarios de los males colectivos (desempleo, precarización del sistema sanitario, restricciones a las ayudas en vivienda, etc.). Como las víctimas de género, los “sin papeles” son responsabilizados unilateralmente del mal que ellos padecen en primera persona, en una relación de desigualdad (con el maltratador o el empleador, cada vez más semejantes en sus abusos).

Tomando en cuenta las actuales condiciones políticas, los estados europeos seguirán mirando para otra parte ante la muerte de un “indocumentado más”. Más pronto que tarde, los grandes medios masivos lo olvidarán también, como hacen en general con los miles de seres humanos que quedan en el camino. Algunas personas bienpensantes y compungidas harán un minuto de silencio, hasta que el estruendo de otras urgencias haga invisible otra vez esta problemática. Vendrán otros muertos, es seguro. Los gravísimos problemas que afectan a los CIE son síntoma de unas políticas de inmigración y asilo del estado español completamente reaccionarias. Como políticas de estado, instituyen un régimen de excepcionalidad sin garantías: fuera del orden jurídico normalizado, el desprecio crónico de los internos en los CIE por parte de las autoridades policiales forma parte de su estructura de funcionamiento, de su modo de vinculación con un ejército de desposeídos.

No hay indicios de que vayan a detenerse estos pequeños holocaustos cotidianos. Ni siquiera es seguro que la movilización de diferentes ONG y colectivos que gritan contra estas injusticias vayan a ser siquiera escuchados. Para quienes queremos otra sociedad, sin embargo, esas luchas sin garantías constituyen nuestra única esperanza política.

Arturo Borra


Para firmar la iniciativa "Que el derecho no se detenga a la puerta de los CIE" pulsa aquí.


Notas:
(1) Además del Informe “Situación de los centros de internamiento para extranjeros en España” (informe técnico realizado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (http://www.icam.es/docs/ficheros/200912110006_6_1.pdf), se puede consultar al respecto “Los Centros de Internamiento de Extranjeros [CIE de Madrid]”, elaborado por la organización Pueblos Unidos (http://www.pueblosunidos.org/cpu/formacion/InformeCIE.pdf).
 
 
(2) Para una reconstrucción sumaria de los CIE, remito a mi artículo “Acerca de los Centros de Internamiento de Extranjeros. La política del encierro” en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=131848.
 
 
(3) Existe por parte de Actuable una petición al respecto, abierta a quienes deseen respaldar esta decisión. http://actuable.es/peticiones/queremos-saber-cuantos-cie-hay-espana. En 2007, Pueblos Unidos señalaba esta carencia de información al respecto ( http://www.solidaridad.net/noticias.php?not=5579).

jueves, 22 de diciembre de 2011

Diez preguntas sobre el anarquismo: una entrevista a Antonio Orihuela de Arturo Borra



1)      Al menos en la Europa de la última década algunos movimientos sociales –tal como ocurre con el movimiento 15-M- han reactivado de forma más visible un cierto espíritu libertario. ¿Qué factores inciden en este retorno del anarquismo? De forma inversa: ¿por qué ese espíritu libertario no cuenta con apoyos sociales más amplios?
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El anarquismo no retorna por que en realidad nunca se fue. Sus prácticas y su funcionamiento son tan simples que forman parte de la razón común de cualquier comunidad o colectivo que emprenda el camino del autogobierno, otra cosa es que la razón común se subleve o se quiera o necesite ejercitarse a través de estas prácticas que es a lo que estamos asistiendo ahora.
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No entiendo qué entiendes tú por apoyos sociales más amplios, de todas formas lo libertario, aún estando latente en todo ser humano, es una exigencia difícil de cumplir, no todo el mundo quiere ser libre, autónomo; no todo el mundo quiere participar en la construcción de lo colectivo, de lo asambleario, etc. Mucha gente es feliz bajo sistemas autoritarios, censitarios, delegacionistas, fuertemente jerárquicos... y desgraciadamente nuestro sistema de democracia formal y de fascismo sociológico tiene mucho de todo esto, con estos mimbres yo creo que las multitudinarias adhesiones y el éxito de las movilizaciones  en tanto tales ha sido indiscutible.

2)      Admitamos que no hay garantías para la promesa de otro mundo posible. En esas condiciones de incertidumbre, ¿cómo movilizar a diferentes sujetos colectivos en la construcción de un porvenir deseado?
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Si este mundo es imposible, ¿cómo no va  a haber garantías de que cualquier otro mundo es posible? Lo que no hay es voluntad, ganas, empuje de otro mundo en lo libertario. Ahí está el ejemplo de “Juventud Sin Futuro” y su discurso socialdemócrata para confirmar hasta dónde quiere caminar una parte importante y nada despreciable del movimiento 15-M.
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Los sujetos colectivos, desde una perspectiva no dirigista, no partidista al uso, no jerárquica, primero se crean por adición, es decir, son fruto de la suma de sujetos individuales que, desde el punto de vista libertario, se juntan y deciden conformar un sujeto colectivo por afinidad y porque consideran que ese sujeto colectivo encarna o puede funcionar como motor de un proyecto social determinado.

3)      La frontera entre marxismo heterodoxo y anarquismo no siempre resulta nítida, aunque sus diferencias con respecto al estado son conocidas. En este punto, ¿qué puede aportar ese discurso marxista al movimiento libertario?
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El marxismo heterodoxo no es ninguna teoría cerrada, habría que considerar a qué te estás refiriendo para poder saber si ese marxismo aporta algo o nada a la “teoría” libertaria, si es que eso existe porque lo libertario no es ninguna teoría sino una práctica social.

4)      ¿De qué forma podría concebirse la transición desde los actuales estados-nación a una sociedad sin estado, dando por sentado que los grupos hegemónicos ya despliegan todos los medios disponibles –sin excluir la violencia- para retener su régimen de privilegios? ¿Cómo se regularían los conflictos tanto en la vida pública como privada en esa sociedad autogobernada?
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No tengo ni idea, de todas formas el movimiento libertario es pésimo para plantear maximalismos. Sin renunciar a ese horizonte de vida buena sin dominantes ni dominados, empecemos ahora, aquí, por cosas simples: la deserción del sistema, la auto contención, el cooperativismo, la extensión de los centros sociales autogestionados, la ocupación, el antimercantilismo, el don, el apoyo mutuo, etc.
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Los conflictos, a medida que fuéramos dejando atrás los valores mercantilistas y los asociados a la propiedad privada y fueran siendo sustituidos por el don, el intercambio, la gratuidad, el compartir, el apoyo mutuo, etc. se reducirían considerablemente. Una organización social de tipo municipalista, vinculada al territorio y que en lo posible tendiera a la autarquía y a lentitud se opone a todo tipo de injerencia, ataque o depredación de recursos lejanos o ajenos y al aprovechamiento integral de lo local. Los conflictos de la vida privada se resolverían en la vida privada o bien si fuera necesario en los tribunales populares o los jueces de paz, estas instituciones tampoco nos deben parecer extrañas.

5)      Uno de los reproches más repetidos con respecto a la izquierda es su dificultad de construir frentes de lucha en común. ¿Qué responsabilidades históricas tiene el anarquismo en la fragmentación de esos movimientos que buscan activamente una transformación social radical?
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Tal vez su responsabilidad ha sido el negarse siempre a transigir, a hacer concesiones, a hacerle el juego a la burguesía bajo la forma del partidismo o el sindicalismo socialdemócrata, del nacionalismo periférico, etc. y tal vez su responsabilidad esté también en haberse negado a desgajar y compartimentar lo que considera demandas integrales del ser humano en nuevos ismos: feminismo, pacifismo, ecologismo, vegetarianismo, nudismo, espiritualismo, naturismo, etc.  pero no hay que olvidar que ninguno de esos movimientos desea una transformación radical de la sociedad o al menos está claro que por el camino se han ido conformando a un programa de mínimos, en el peor de los casos a algún gesto del que manda, o a que los compren y los conviertan también en mercancía electoral o publicidad con la que seguir justificando sus desmanes. 

6)      ¿Por qué deberíamos renunciar a abrir un frente de lucha también (aunque no solamente) en las instituciones del estado, considerando que sus políticas nos afectan de forma directa? ¿Qué posibilidades reales hay de articular «representación parlamentaria» y «democracia directa»?
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El cuento de vamos a meternos dentro del sistema para destruirlo desde allí tiene ya una larga tradición en occidente. La practicaron todos los partidos comunistas y mira, terminaron defendiendo a la pequeña burguesía y las clases medias y propietarias. Eso no funciona.
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Representación parlamentaria y democracia directa son términos que no casan. Jugando con las reglas del Estado a su propio juego solo podemos perder. Ese es un camino no sólo equivocado sino estéril para todos nosotros, por ahí no vamos a ninguna parte.

7)      Una lectura habitual de la célebre expresión “pasar del gobierno de los hombres a la administración de las cosas” es que ese pasaje equivale a una clausura de lo político, esto es, a una sociedad reconciliada, libre de antagonismos. En caso que resulte válida esa lectura, ¿hasta qué punto no se reintroduce un principio teológico en la historia humana, esto es, una dimensión mesiánica en la que el Otro es plenamente integrado a la comunidad?
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La lectura no es válida, no hay un “gobierno de los hombres y una administración de las cosas” en la perspectiva libertaria, sino acuerdo colectivo sobre lo que afecte más allá de lo individual.

8)      En algunas variantes ácratas, de modo similar a lo que ocurre en el liberalismo, la noción de «poder», circunscripta al estado, es concebida en términos negativos y represivos. Ahora bien, ¿qué implica desistir de toda forma de poder? ¿Qué puede hacer el antipoder ante poderes imperiales globales, despreocupados de la injusticia cotidiana y de la violencia que ejercen sobre millones de seres humanos?
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No es una cuestión de renunciar al poder (ya lo he dicho en la respuesta anterior), sino de renunciar al dominio, de no dominar y no ser dominado. Si tú te aplicas estas dos máximas en tu vida, si las aplicamos todos, el poder sólo cabe ya reclamarlo como una categoría que se disuelve en lo colectivo y que tiene más aspectos vinculativos que coercitivos, al contrario de lo que sucede hoy día.
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El antipoder puede hacer lo más difícil, decir NO, NO SERVIRÉ, frente a este gesto tan sencillo se derrumban todas las violencias e injusticias globales, todos los poderes militares y nucleares del mundo.

9)      La abolición de todo principio de jerarquía a menudo choca contra el reclamo de autoridad por parte de una subjetividad que con Guattari podemos denominar  «capitalística». ¿Cuáles serían los espacios estratégicos fundamentales para cambiar esa subjetividad dominante y qué papel deberían jugar los intelectuales en este proceso de cambio?
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El espacio de cambio es la mente individual y las prácticas que individual o colectivamente se concreten, se desarrollen y se expandan.
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El papel de los intelectuales suena demasiado a IIIº Internacional, los intelectuales, así vistos, ya están jugando su papel contrarrevolucionario en los medios de falsinformación capitalistas, mejor dejarlos ahí. El 15-M tuvo lugar a pesar de los intelectuales y felizmente contra ellos, si lo queremos repetir, extender y practicar como hasta ahora dejémosles en donde están y continuemos desconfiando de ellos.

10)  La actual arremetida del capitalismo mundializado, facilitada por la institucionalización del estado de excepción, parece estar conduciéndonos a un punto de no retorno en el que el desastre ecológico y social es una posibilidad cierta, nada remota. ¿Cómo reinventar las luchas libertarias en el siglo XXI, considerando esta dinámica económico-política que nos enfrenta a una situación inédita en nuestra historia?
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La pregunta está contestada a lo largo de la entrevista, no es una cuestión de inventar nada sino de poner en práctica lo que siempre ha estado ahí: Ejercitar la razón común, no dominar ni ser dominados, practicar la desobediencia civil, el apoyo mutuo y la autocontención, negarse a jugar su juego en el ámbito que sea: político, económico, ideológico, etc., construir espacios de socialización y producción al margen del sistema y tratar de realizar la vida buena que nos debemos aquí y ahora, sin más.  

domingo, 18 de diciembre de 2011

Sobre el Centro Social Kukutza: espacios para respirar





Desalojarán los espacios, volverán a construir nuevos muros, con la esperanza de disipar cualquier vestigio de una memoria que anticipa otro mundo posible. 

Sobre los escombros del presente, sin embargo, volverán a erigirse nuevos espacios para respirar. Para que la reinvención del presente no sea, simplemente, un capítulo de lo olvidado.

A.B.


miércoles, 14 de diciembre de 2011

Felices fiestas

Mañana vuelo a casa de mis padres en el norte de España para pasar las fiestas, así que estaré ausente un par de semanas.

Quería desearos feliz navidad y un próspero año nuevo a todos ;)

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Cuatro tesis acerca del trabajo en el capitalismo





La crisis del presente ha centrado la dicotomía entre trabajadores y parados; con ello, opaca la reflexión sobre las diversas formas de trabajo que se despliegan en la actualidad y su relación conflictiva con las clases propietarias. Nos encierra en la trampa de una división interna entre los que disponen de un “empleo” y los que no lo disponen, como si la inclusión en el mundo actual del trabajo fuera una garantía contra la exclusión social (1). El habitual diagnóstico de la crisis, al centrarse en esta dicotomía, culmina en una crisis de diagnóstico: impide el análisis de las múltiples variantes del trabajo subordinado.

Por el contrario, debemos enfatizar que el desempleo es una alternativa precaria entre otras. Con independencia a la multiplicidad de figuras laborales, en todos los casos están sujetas tendencialmente a un proceso de precarización radical: el “temporero”, el “periférico”, el “subcontratado”, el “irregular” y, en última instancia, también el “indefinido” son ejemplos más o menos manifiestos de esa tendencia. Podrían buscarse otras variantes, pero lo decisivo aquí es que cualquier trabajador está afectado por las crecientes restricciones salariales y el deterioro de las condiciones de trabajo en contextos de crisis sistémicas regulares. Al respecto, sigue teniendo vigencia, en esta dimensión, la formulación de los Manuscritos: “(...) el que no trabaja [en referencia al propietario] hace con el trabajador todo lo que el trabajador hace contra sí, pero nada de lo que hace contra el trabajador lo hace contra sí mismo” (Marx, 1988: 165 [2]).

En las condiciones del capitalismo actual, a mi entender, necesitamos complementar esas tesis con algunas otras, especialmente a raíz de la presión creciente que ejerce la tasa de paro (notablemente elevada) sobre las clases trabajadoras:
  1. El terror de los trabajadores ante el creciente desempleo es funcional a la precarización laboral. Como forma disciplinaria, el paro permite el mantenimiento de los salarios en un nivel relativamente bajo y la disminución de expectativas y exigencias con respecto a las condiciones del trabajo por parte de los trabajadores. Puesto que hay “un ejército de reserva” –tal como anticipó Marx- dispuesto a sustituirnos, cualquier reivindicación de los trabajadores puede ser sancionada –y así ocurre habitualmente- mediante la amenaza, el despido o la degradación laboral. En vez de radicalizar las luchas políticas por unos derechos colectivos y, en particular, por la transformación de las relaciones de producción, dicho terror consolida la subordinación del trabajo al capital. Una de las consecuencias drásticas de este terror es la creciente adhesión al antisindicalismo, liderado por las federaciones empresariales. Al secundar este cuestionamiento, los trabajadores erosionan los órganos clásicos de representación que permiten presionar para un cambio real en las relaciones de trabajo. Aunque ciertamente hay que cambiar las prácticas sindicales dominantes, suprimir cualquier modo de organización representativo de los intereses colectivos de las clases trabajadoras, incide tanto en la destrucción de la solidaridad de clase como en el deterioro de la calidad de empleo.
  1. El deseo del trabajador parado por recuperar el trabajo (precarizado) que percibe como parte de su humanidad afianza un sistema que deshumaniza tanto a trabajadores como a no trabajadores. Perdiendo de vista otras dimensiones de la existencia social, el trabajador parado vive como privación no poder acceder a un trabajo precario que lo priva de dimensiones centrales de sí mismo. El estigma del paro se transfiere al sujeto que (sobre)valora lo que le falta y menosprecia lo que tiene. Aunque podría con Lafargue defender el derecho a la pereza (en una sociedad técnicamente preparada para reducir la jornada laboral) consideraría esa defensa como una broma pesada: su voluntad de trabajo, incluso si ese trabajo lo priva de su tiempo de vida, parece inamovible. Que la amplia mayoría de trabajos a los que puede aspirar estén marcados por la precariedad absoluta no parece ser impedimento para este deseo autonomizado con respecto a la necesidad específica de un medio de ingreso relativamente estable. La disposición de tiempo de vida es vivido como privación: un sobrante de la ausencia de tiempo de trabajo.
  1. En nuestra cultura del trabajo, el trabajador activo y el trabajador parado están atrapados por esta centralización del trabajo como dimensión identitaria. Así como los parados se sienten despojados de su «humanidad» ligada al trabajo, los trabajadores activos no dejan de sentirse negados a sí mismos en dicho proceso laboral. Si a uno le falta esa dimensión identitaria, al otro le sobra: no sólo hay problemas de desempleo, sino también de subempleo y sobreempleo. El desajuste entre trabajo y necesidades vitales se realiza en todos los casos. La falta o escasez de trabajo remunerado para algunos se convierte en un excedente de trabajo (no remunerado) para otros; en ambos casos, la apropiación de esa plusvalía por parte del no-trabajador se mantiene.
  1. En el capitalismo, los trabajadores se extrañan no sólo de otros trabajadores en activo (una de las dimensiones centrales del proceso de enajenación del trabajo) sino también de los trabajadores parados, vividos como amenaza a la propia estabilidad laboral. Los “profesionales” no son más que trabajadores intelectuales extrañados de otros trabajadores (reducidos al “trabajo manual”). Aunque puedan distinguirse diversas orientaciones en la producción social, la falacia instituida fija los presuntos “trabajos manuales”, ipso facto, como no cualificados, cuando en última instancia son meramente no-calificados. Que un trabajo no cuente con aval institucional (escolar o universitario) no lo descualifica sino, a lo sumo, lo desautoriza para las clases dominantes (situándolo en lo más bajo de una jerarquía laboral). La división social y sexual del trabajo, como condición de existencia del capitalismo, produce otras divisiones diversas, además de la referida antes: entre trabajadores locales y extranjeros, entre trabajadores y trabajadoras, entre temporales e indefinidos. El desconocimiento mutuo entre trabajadores en activo y parados se transforma en un reconocimiento hacia los propietarios.

Aunque no pueden derivarse de forma mecánica otras consecuencias, no hay dudas que estas tesis contribuyen a explicar algunos fenómenos crecientes: la lucha de pobres contra pobres, el aumento de múltiples formas de discriminación laboral (xenofobia, racismo, sexismo, entre otras) y modos sintomáticos de padecer la crisis (alcoholismo, suicidios, drogadicción, violencia de género y familiar, por mencionar algunas). No cabe desconocer la incidencia de una configuración cultural hegemónica que construye modelos de identificación distantes a las clases sociales mayoritarias, exaltando las cualidades que sólo una minoría social “distinguida” posee.

Con todo, estas cuatro tesis contribuyen a interrogar lo que significa hoy el «trabajo», incluso el que presupone el trabajo del pensamiento o el pensamiento como trabajo. Si trabajar es transformar socialmente una materia específica para convertirla en producto humano, esto es, actividad productiva, el trabajo del pensamiento no es sino una actividad conceptualizadora, irreductible al cálculo o al control de informaciones. El trabajo del concepto es elaboración reflexiva y crítica de unas significaciones sociales heredadas. La escasez de un trabajo intelectual crítico-reflexivo, que permita poner en cuestión las formas actuales del trabajo en el contexto capitalista, forma parte de la dificultad para elaborar un trabajo emancipado con respecto a la subalternización de las relaciones actuales de trabajo.

En un mundo político gobernado por expertos y administradores de la crisis de oportunidades sociales, poder dar cuenta de esas formas de dominación activa, contra las que se alzan resistencias y limitaciones externas históricamente cambiantes, forma parte del trabajo imprescindible para transformar lo existente. Las profesiones -y las nuevas profesiones derivadas de las ciencias sociales en especial- tienen un lugar central en la producción y transformación de esta formación social que, bajo el nombre de “democracia”, no hace más que apelar a una “tecnocracia” inequívocamente al servicio del capital empresarial y financiero.

Es nuestra tarea desplazarnos de esos lugares a los que somos llamados a ser desde el mercado capitalista. Desplazarse es participar en una interacción que pone en cuestión la subordinación unilateral de los sujetos profesionales al mercado. Supone más bien una intervención que incluye elementos políticos subversivos. En vez de expertos del ajuste y guardianes del orden que justifican sus decisiones políticas en nombre de presuntas necesidades técnicas, hay que invertir la relación, para que cada decisión técnica sea remitida al proyecto político al que responde.

También hay que hacer responsables a los que, en nombre de la responsabilidad, hacen política irresponsable desentendiéndose de sus consecuencias sociales. El animal político puede hacer política irracional, aunque cabe también la posibilidad de una política racional aberrante. La racionalidad de la política no necesariamente es una virtud, si se considera que las grandes fábricas del genocidio se crearon sobre la base de la razón técnica. Nada garantiza la buena vida que los humanos buscamos, pero sabemos que esa vida no puede ni debe estar determinada por la apropiación radicalmente desigual de la riqueza social. El acceso colectivo a condiciones materiales y simbólicas de vida más igualitarias es nuestra política de vida.

El animal político es irreductible al animal racional. Su acción política no se desprende lógicamente de una racionalidad universal, lo que no significa que no debamos dar cuenta de forma razonable de nuestra acción. En la actualidad, gobernados por la significación de un «dominio racional del mundo» (en términos de Cornelius Castoriadis), estamos erosionando otra significación social central en la modernidad: la significación de la autonomía individual y colectiva.

En vez de menospreciar lo irracional o lo arracional -las emociones, el universo-, propio de una razón instrumental que desprecia lo que no se le reduce sin violencia, es deseable un pensamiento que se autolimite en sus pretensiones de dominio, dando lugar a un diálogo con las emociones y pasiones humanas, con las fuerzas de la naturaleza -que no son meros recursos-, con los otros humanos.

El neoliberalismo pretende reducir los conflictos sociales a una competencia interindividual por la apropiación de beneficios económicos. En vez del interés por el bien común, sostienen que sólo existen homus economicus, sujetos calculadores y egoístas que sólo aspiran a su bienestar propio. Pero estas doctrinas necesitan desconocer cualquier atisbo de otra vida posible y reducir a meras fantasías otros proyectos político-existenciales.

Nosotros, en vez de adaptarnos dócilmente a las prescripciones mercantiles y administrativas, podemos lanzar un desafío que sólo está derrotado cuando ya nadie lucha. Mientras existan sentidos comunitarios que aspiren a una sociedad igualitaria (que no uniforme), habrá cuestionamiento de esta realidad histórica, no sólo mostrando su contingencia, sino construyendo desde el presente esa sociedad deseada.


Arturo Borra


(1) La existencia de “trabajadores pobres” muestra a las claras que en las condiciones presentes el acceso al trabajo no necesariamente supone acceso a una calidad de vida satisfactoria.

(2) Marx, Karl (1988): Antología, ed. Jacobo Muñoz, Península, Barcelona. Recordemos que el “trabajo enajenado” para Marx suponía al menos cuatro aspectos interrelacionados: I) la enajenación del trabajador en su relación con el producto de su trabajo (extrañamiento del producto), II) la enajenación con respecto a la actividad misma (extrañamiento de la producción), III) la enajenación del trabajador con el ser genérico del ser humano (extrañamiento de sí como ser genérico) y IV) la enajenación del ser humano con respecto a los demás (extrañamiento del otro).

jueves, 1 de diciembre de 2011

Adventszeit II (Versión infantil)

El otro día os conté cómo es la época de Adviento en Alemania y os decía que me parece una época muy bonita. Miriam, comentó que esta época en Alemania parece más de película que en España, y la verdad es que coincido con ella.


Me falta por contaros la versión infantil de la época de Adviento, y es que a nostros los adultos, las velitas, las bebidas alcoholicas y demás menesteres de esta época nos pueden parecer más o menos divertidos, pero no son aptos para niños. Por eso, he decidido contaros qué momentos y objetos especiales tienen los niños en la época de Adviento.

La época de Adviento dura para adultos y niños lo mismo, pero con la diferencia de que los adultosa pueden empezar a usar el Adventskranz o corona de Adviento a finales de noviembre y los niños deben esperar hasta el 1 de diciembre para participar más activamente. Y es que, a partir del uno de diciembre los niños deben empezar a abrir las puertecitas de sus calendarios de Adviento.

El Calendario de Adviento tiene 24 puertecitas o casillas que deben ser abiertas de una en una a partir del uno de diciembre y hasta el dia de Nochebuena. Es un calendario de "cuenta-atras" para saber cuantos días faltan para Navidad. Normalmente contienen pequeños trozos de chocolate con formas navideños como por ejemplo, abetos, regalos, renos etc. Hoy en día hay Calendarios de Adviento con un montón de cosas dentro, pero yo personalmente prefiero los típicos que suelen contener chocolate,  pegatinas o pequeños regalos.

Yo hoy he abierto la primera puertecilla de mi Calendario de Adviento, que fue regalo de la madre de mi maromen. ¡Muy maja ella!

El 6 de diciembre viene Nikolaus y deja chocolate y pequeños regalos en los zapatos de los niños que han sido buenos. A los niños que han sido malos no le deja nada y además su ayudande "Knecht Ruprecht"  les castiga.

Nikolaus                                                                                                 

Knecht Ruprecht   

Como veís grandes y chicos tienen sus cosas en Adviento

...Montseny...

by arcademonio

…tanta inmensidad hizo que me sintiera pequeña…una pieza minúscula entre tanta grandeza…el agua, fría y transparente, se hacía paso a su antojo caprichoso…sin curso predefinido…las hojas, susurrantes, caían marcando el paso de las estaciones…las rocas, testigos silenciosos, recordaban el camino de vuelta al gigante desmemoriado…las setas escondían el hogar de los gnomos…las hadas tomaban el sol sobre el musgo…y fue entonces cuando el viento me trajo tu voz…y contigo seguí mi camino…

…infinitos besos de bolsillo…