martes, 2 de abril de 2013

Notas sobre la insolencia: una réplica al cinismo







Puede que nuestro objetivo no sea otro que “(…) hacer aparecer en la práctica una línea divisoria entre los que quieren más de lo que existe y los que ya no quieren más” (1). Ese “más” es de otra especie; es un suplemento que, cualitativamente, exige una sociedad que no se resigne a los escombros.

Hay que decidir entonces en esa línea divisoria: a cada instante, tenemos que optar entre asaltar el orden del mundo o defenderlo. Quien declara no optar ya ha optado por su defensa: toma partido por los que, en las condiciones del presente, gozan los privilegios de su existencia.

El antagonismo no es electivo. La escalada que vivimos es de tal magnitud que nadie puede sustraerse a sus efectos. En una situación histórica semejante, lanzarse hacia aquello que parece inatacable es una apuesta de vida. Que las posibilidades de cambio social no estén aseguradas no nos exime de movernos hacia un horizonte que exige “más”  no sólo de los otros, sino también de nosotros mismos.

El riesgo de quedar atrapado es irreductible: “Es sabido que esta sociedad firma una especie de paz con sus enemigos más declarados cuando les ofrece un sitio en su espectáculo” (2). La catástrofe diaria del capitalismo nos desafía a no retroceder ante ese riesgo.

Nunca murieron tantos seres humanos como en la actualidad, a pesar de que las condiciones técnicas para evitarlo sean inéditas. La masacre pasa desapercibida sólo a quien cierra los ojos. No hay que buscar demasiado para encontrar cadáveres detrás de las grandes fortunas.

Se puede mirar hacia otra parte. Hacer del goce una justificación para el autismo o convertir la resignación y el conformismo en religión oficial.  Declarar los sueños en bancarrota, en nombre de un realismo que alza como infranqueables los límites del mundo actual. Reírse de los utopistas –denunciarlos por totalitarios, burócratas de lo imposible. Sospechar incluso cualquier proyecto que no se contente con lo menos, esto es, ingeniería social local, política reformista, sacrificio graduado. 

Como saben los situacionistas, no se trata de plantear fórmulas revolucionarias generales. El lenguaje formulaico, al uso, es parte del espectáculo de nuestros amos. Señuelos para los desprevenidos. La práctica del cambio se gesta en una pluralidad de agentes sociales, sin centro unitario. Lo que desafía lo espectacular no es un nuevo guionado, sino la ruptura activa de la lógica de los papeles: la práctica de lo imprevisible.
Eso no niega la necesidad de una articulación política de nuestra voluntad, a través de un proyecto emancipatorio que no significa nada distinto a una anticipación abierta de la instancia decisiva de la praxis. O, si se prefiere, el borrador colectivo para no claudicar ante lo inaceptable.

Incluso si el fuego nos devora, ¿qué otra salida podríamos imaginar que no sea dar vueltas en la noche? Cuando a plena luz del día el horror no espanta, la oscuridad puede ser una forma de guarecerse para luchar. No hay reposo ni reconciliación. Si llaman “inmadurez” a la negativa a dejar de cuestionar lo heredado, nuestra decisión más razonable es aceptar la condena y resistirnos a la normalidad de lo siniestro.

No vamos a negar que nuestra incompetencia para respetar el buen sentido es máxima. Demasiados sujetos competentes sostienen la actual estructura del mundo. ¿Estamos por ello desmantelados, girando sin saber ya qué hacer? Nada de eso: el incendio de lo visto podría ser una buena respuesta. La invención de otra cotidianeidad, el itinerario abierto de una «política nocturna» que se abre paso hacia lo excluido.

La osadía política consiste ante todo en mantener abierta la pregunta por el deseo colectivo mientras nos desplazamos. Ante la obscenidad cínica convertida en moneda de cambio, la réplica es la insolencia kínica: el sabotaje a una economía del cálculo, el desafío a la racionalidad del dominio que exhibe con buenos modales su potencia homicida.

Contra el pensamiento inocuo –volver a pensar. Querer más es una declaración de guerra a la idiotez convertida en norma moral. Es comprensible que alguien pregunte: ¿no somos ya irrevocablemente imbéciles? Puesto que no estamos fuera de nada, la pregunta se hace tanto más irrenunciable. Incluso si no pudiéramos escapar de esta imbecilidad del todo, el deseo de una salida sería tanto más imprescindible.

Tampoco cabe esperar nada fuera. Crear grietas es nuestro camino político. Cercados por una membrana cada vez más asfixiante, horadar su superficie es cuestión de vida, de otra vida (y no de sólo de mera supervivencia). El encierro no previene de nada sino que aísla de la alteridad.

Tampoco vendrá nadie. Los desposeídos no verán restituida la justicia en una experiencia mesiánica. El fin del mundo se aplaza a cambio de continuas catástrofes. La promesa sólo nace de estos escombros. Es la que alzan los albañiles de lo imaginario. No hay desencanto: contra el discurso de la seducción, tampoco tenemos que aceptar la futilidad del mundo. Si morar es parte de la trampa, nosotros nos lanzamos al exilio. Horadamos el baldío en el que se amontonan los desechos.

En una época en la que el cinismo es hegemónico, la insolencia es una actitud infrecuente: cuestionar la autoridad y las jerarquías, al fin y al cabo, exige una osadía intelectual y ética más bien atípica, incluso en una multitud de intelectuales y académicos reducidos a expertos del orden y a una infinidad de artistas convertidos en coleccionistas de minucias. En efecto, “(…) la insolencia es esa libertad que podemos expresar cuando nos liberamos de los vínculos que nos atan, una trascendencia que sólo se puede vivir durante un cierto tiempo, el que necesita lo real para atraparnos” (3).   

No bastará, desde luego, con ser insolentes. Cuestionar lo que hay de místico en la autoridad y de criminal en lo institucional es asumir un compromiso que exige un trastocamiento de lo real antes de que lo real (la prepotencia de los poderosos) nos atrape. Sospechar lo que hoy se inviste de un aura respetable forma parte de una insólita práctica de libertad. Llegados a este punto, ¿hay algo más insolente hoy día que una demanda de justicia que no se contente con obtener un sitio en el espectáculo?
 

Arturo Borra



(1)   Debord, Guy (2000): In girum imus nocte et consumimur igni, Anagrama, Barcelona, p. 48.
(2)   Debord, Guy, op.cit., p. 53.
(3)   Meyer, Michel (1996): La insolencia, Ariel, Barcelona, p. 134.

domingo, 31 de marzo de 2013

Sorteo: ¡Estoy Cumpliendo seis meses!

¡Es momento para el primer sorteo en el blog! 

Hoy el blog cumple seis meses de estar en funcionamiento (aunque apenas empiezo a adecuarme otra vez :P), así que me gustaría celebrarlo con un pequeño sorteo ;)






Premio: US$13 para comprar un (1) libro en AMAZON!

Información del Sorteo:

  • Habrá un (1) ganador.
  • Tienes que ser seguidor del blog para participar (es necesario para empezar a llenar el formulario de Rafflecopter)
  • El concurso es internacional y yo correré con los gastos de envío.
  • El ganador será informado por correo electrónico.
  • La duración del sorteo será de un mes (desde el 1 de abril de 2013 hasta el 30 de abril de 2013).
  • Para que se realice el sorteo tiene que haber un mínimo de 10 concursantes.
  • Una vez elegido el ganador, le enviaré el comprobante de la compra y envío (cualquier problema que pueda pasar con la entrega no es mi responsabilidad)

Si tienen alguna duda, pueden escribirme al correo del blog: arcoirisdelibros@hotmail.com 


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jueves, 28 de marzo de 2013

Fusión de culturas I: Semana Santa

La Semana Santa ya está aquí, este año ha hecho acto de presencia antes que el año pasado, y en tierras teutonas parece que será una Semana Santa relativamente fría, si no blanca.

En Alemania el viernes santo (Karfreitag) y lunes santo (Ostermontag) son días festivos y la gente suele aprovechar para pasarlos con sus familias. La Semana Santa en España y en Alemania se celebran de manera distinta. En tierras teutonas, que yo sepa, no hay las procesiones que hay en España, si se hace tanta vida en la calle. En Alemania la gente suele decorar su jardíno casa con huevos de colores, o bien pintados por ellos mismos, o bien de plástico. El conejo de Pascua teoricamente (Osterhase) pinta huevos de colores, los esconde por el jardín o piso, y las personas que vivan ahí deben de buscar y encontrar los huevos repartidos por la zona. En la práctica son los adultos y los niños los que le dan con brio al pincel para decorar los huevos.

Hasta ahora nunca he pintado huevos, y este año en casa de mis suegros, lo haré por primera vez. Después mis suegras los esconderá por el jardín, nosotros saldremos a buscarlos y después de encontralos todos, o casi todos, nos los repatiremos y también habrá huevos de chocolate.

Este año en la primera vez que no sólo busco huevos, sino que los pinto y para que todos tengamos algo de las dos culturas, de la española y de la alemana, haré torrijas para todos, y si el tiempo alcanza haré unos pestiños.

Hay que quedarse con lo que más nos guste de cada cultura :)

jueves, 21 de marzo de 2013

Reseña Exprés: The Best Man - Kristan Higgins

Título: The Best Man
Autora: Kristan Higgins
Editorial: Harlequin Hqn
Género: Romántica Contemporánea
Fecha de Publicación: 1 de marzo de 2013
Sinopsis: A veces el mejor hombre es el que menos esperas. ..
Faith Holland dejó su ciudad natal después de ser dejada plantada en el altar. Ahora un poco más mayor y más sabia, está lista para regresar a Blue Heron Winery, el viñedo de su familia, a confrontar los fantasmas de su pasado, y quizás disfrutar de una copa de vino tinto. Después de todo, hay paisajes maravillosos allí.
Como Levi Cooper, el jefe de policía local, y mejor amigo de su exprometido. Hay un montón de cosas sobre Levi que Faith nunca notó, y no son sólo sus profundos ojos verdes. El único pero es que ella está teniendo un momento difícil olvidando que él ayudó a arruinar su boda hace años. Si puede encontrar un minuto  entre todo su drama familiar  para detenerse y oler el vino rosado, simplemente podría encontrar una razón para quedarse en Blue Heron, y terminar ese camino hacia el altar.

Kristan Higgins se ha convertido en una de mis escritoras favoritas de este género. En sus libros siempre logra equilibrar el humor con personajes insólitos e historias de amor muy tiernas e interesantes. Aunque este no fue su mejor libro, vale la pena darle la oportunidad si te gusta mucho el género.

Lo bueno: Nuevamente tenemos una historia de amor tierna y especial entre Faith, que ha sufrido en el amor y teme volver a su ciudad natal por miedo a revivir todo lo que le pasó; y Levi, un exsoldado que tampoco ha encontrado la felicidad, es divorciado y cuida de su hermana menor. Estos dos protagonistas tenían un pasado, no se llevaban bien en su adolescencia, así que ver cómo poco a poco van descubriendo sus sentimientos y conociéndose más es la mejor parte de este libro.


Lo no-tan-bueno: Los personajes secundarios no ayudan mucho al desarrollo de la historia. Kristan da un vistazo a cómo es la vida en Blue Heron, cómo es la familia de Faith, y en general las personas del pueblo, pero nada de eso logra aportarle a la historia y más bien desvía mucho la atención.


El humor es otro pero. Los libros de Kristan son conocidos por su buen humor y su forma de mostrar situaciones divertidas. En este libro lo sentí muy forzado y más bien el humor a veces en un poco tedioso.


Lo malo: Cuando involucras personajes homosexuales y transformistas en una historia creo que deben ser manejados con cuidado porque puede causar malas impresiones. Creo que a la autora le faltó más tacto en este punto y no me gustó mucho cómo algunas veces quiso hacer humor a costa de este tema.


En general, es un libro fácil de leer, con una historia de amor entretenida y tierna pero sin una trama que la haga una historia especial.


3/5




¿Les llama la atención?

Nos leemos ;)

Mi Kindle

Como ya conté en algún post anterior, mi hambre lectora es voraz e insistente, si bien es verdad que hay fases en las que no puedo leer nada que no sea académico, por un lado por falta de tiempo y por otro lado por falta de energía mental. Cuando el estrés parece por fin dejarme de lado, mis ganas de leer vuelven todas de golpe y parece que cuanto más leo, más quiero leer. Así que me pongo a ello.

En nuestro mini-palacio berlinés no queda mucho espacio, así que hay que ir con mucho cuidado de qué compramos y dónde lo ponemos. Ya lo dije, una de mis pasiones son los libros, me cuesta muchísimo resistirme a comprar alguno cuando voy a una librería.

Como a falta de espacio en el piso era evidente y con mis espalda tan fastidiada como la tengo con la hernia, no puedo andar moviendo libros de un lado para otra si quiero leer en el metro o cuando espero. Viendo lo visto, decidí hacerme con un Kindle, y la verdad es que es una de las mejores decisiones que he tomado.

Mi Kindle es la versión sencilla de todos ellos, sin luz integrada ni ningún extra. Yo no quería una pantalla que se iluminara por sí misma, porque bastantes horas paso al día delante de pantallas iluminadas. En el Kindle caben infinidad de libros, así que no hay que limitar los libros que uno lleva consigo; esto es muy práctico si se quiere compartir el Kindle, como hago yo con mi maromen. Con el Kindle se lee increíblemente bien, es más en el metro me mareo mucho menos si leo con el Kindle que si leo un libro normal. La batería aguanta un montón antes de tener que cargarla.

De momento, sólo le veo ventajas y ¡estoy encantada de habermelo comprado! Si bien es verdad que el canto de un libro, sólo lo tiene un libro, los libros son algo especial...

miércoles, 20 de marzo de 2013

WoW (8): Famous Last Words - Jennifer Salvato Doktorski

Waiting on Wednesday es una sección hecho por Jill en su Blog, Breaking The SpineSe trata de enseñar aquellos libros próximos a salir a la venta (o ya en venta) que queremos tener en nuestras manos.


Famous Last Words - Jennifer Salvato Doktorski (2 de julio de 2013)



Samantha D’Angelo, de diesiceis años, tiene la muerte en el cerebro. Su pasantía de verano en el periódico loca la tiene escribiendo obituarios en lugar de absorbiendo el sol en la playa. Entre Shelby, la mejor amiga loca-por-los-chicos de Sam; su jefe Harry, un leal hombre de periódico; y AJ, su compañero “interno imbecil” (más conocido como el lindo baterista de una banda llamada Love Gas), Sam tiene sus manos llenas. Pero una vez descubra qué, o quién, es la mejor parte de su verano, ¿lo arruinará todo?

Mientras Sam aprende a apañárselas entre la sala de redacción y el mundo real, empieza a tener algunos momentos de comprensión trascendentales sobre política, ética, su familia, romance, y lo más importante, sobre sí misma.


                                                            




¿Les llama la atención?

Nos leemos ;)