martes, 29 de abril de 2014

Después del 22-M: lo que (no) ha cambiado





Tras las «marchas de la dignidad» que recorrieron las calles de Madrid, algo ha cambiado en la anatomía de la protesta social en España: el 22 de marzo constituye uno de los hitos más significativos en las luchas populares recientes a nivel nacional. Cientos de miles de personas han tomado la calle, confluyendo desde distintas regiones del país para manifestar su insatisfacción radical ante las políticas del ajuste. Aunque la interpretación oficial ni siquiera tome note, la presencia simultánea de diversas mareas ciudadanas y movimientos sociales hace posible el reconocimiento de los participantes como partes implicadas en una misma «comunidad de lucha», unidos bajo la defensa de la dignidad colectiva.
 
Algo ha cambiado, aunque se empecinen, por otra parte, en estigmatizar las marchas como una manifestación de violencia. Y, en efecto, la violencia está ahí: en el ocultamiento abrumador, por parte de los grandes medios de comunicación, de la magnitud multitudinaria de la protesta pública en España y el alcance político de sus reivindicaciones; en la falta de voluntad de diálogo por parte de un gobierno autista, sumido en la corrupción y embarcado en la peor deriva neoconservadora de toda la historia de España; en la transferencia millonaria de fondos públicos a la banca privada y en el salvataje a los poderes económicos más concentrados; en los miles de desahucios que se producen cada mes, arrastrando al abismo a familias enteras; en la restricción de los servicios públicos básicos, ligados al sistema educativo y sanitario, así como a prestaciones por desempleo, pensiones o servicios sociales; en la arremetida contra los derechos laborales por parte de las patronales y la explotación escandalosa que prescriben como receta; en la pobreza, la precarización laboral y el paro extendidos como consecuencias de una reestructuración sin precedentes del capitalismo financiero; en la criminalización de la disidencia, la arremetida contra diversos derechos ciudadanos y la imposición autoritaria de una política de desregulación de mercado y privatización estatal.
 
Violencia es la estafa de la que somos objeto la mayoría absolutade la ciudadanía, aunque la ley electoral se empecine en tratar así a una primera minoría parlamentaria. Partimos entonces de la constatación de esa violencia omnipresente: también en las marchas, comenzando por una policía tardofranquista que ha convertido la represión social en el método de disuasión por excelencia, mostrando su desprecio hacia los cientos de miles de manifestantes que se movilizan de forma pacífica, acorde al derecho. ¿Qué cabe decir de las autoridades gubernamentales, obstinadas en criminalizar el activismo disidente? Su violencia institucional es inocultable, incluyendo las medidas jurídicas en curso que pretenden sancionar a nivel legislativo para amordazar la protesta social.
 
Aunque los portavoces mediáticos de la derecha insistan en que los únicos violentos son los grupos minoritarios que han agredido a la policía, desconocer la responsabilidad de las autoridades públicas y de las fuerzas policiales en los incidentes del 22-M es una omisión que invalida su análisis. Lo que ha cambiado ahora, en esa dimensión del análisis social, es que ante las violencias sistémicas algunos grupos han dado un giro, enfrentándose directamente con los antidisturbios.
 
Pero digámoslo pronto: si bien no se trata de justificar éticamente esos actos o de fomentarlos como tácticapolítica (al fin de cuentas, han sido funcionales al desconocimiento oficial de las reivindicaciones fundamentales del 22-M), sí hay que insistir en que no es más grave que un manifestante haya agredido a un policía que a la inversa, tratándose de un acto legítimo de protesta. Lo que ocurre es que la moneda corriente no era ese sino el de la policía golpeando con impunidad a diestra y siniestra, incluyendo mayores y mujeres, de manera desproporcionada con respecto a las presuntas causas que motivarían su intervención. Dicho de otro modo: lo corriente hasta ahora era que la poli pegaba y los manifestantes corrían, que los antidisturbios creaban disturbios mientras la abrumadora mayoría de ciudadanos movilizados intentaban resguardarse de las agresiones policiales. Ahora eso ha cambiado y por primera vez la impunidad policial se topa con la respuesta violenta de una parte de los manifestantes (sin duda minoritaria, aunque magnificada por la repetición audiovisual ad nauseam de sus acciones). Lo que ha cambiado es que ahora el miedo, a pie de calle, está más repartido. Como el reparto de heridos.
 
Se dirá que, con todo, ese cambio minoritario no cambia, estructuralmente, nada. Al fin de cuentas la policía no es sino un agente subordinado –la cara visible- de poderes fácticos que prosiguen de manera implacable con sus planes retrógrados. Y puede que hasta pretendan poner varios muertos sobre la mesa para justificar el estado de excepción que padecemos de forma creciente y enquistarlo más en las estructuras institucionales actuales, comenzando por el sistema judicial o por el aparato represivo del estado.
 
Sin embargo, no necesitamos repetir el mismo esquema binario. Por una parte, es claro que algo cambia cuando confluyen diversos sectores y agentes sociales en una misma unidad simbólica, convirtiendo la “dignidad” en bandera común. Decir que algo cambia, pues, es señalar un principio; como tal, permanece en su indeterminación y apertura. Rompe la mera dicotomía entre cambio y permanencia, introduciendo una discontinuidad que no da nada por seguro. Por otra parte, no bien afirmamos eso, decimos también que, en diversas dimensiones, algo no ha cambiado. Y entonces debemos apuntar las grandes continuidades de una política de estado subordinada a la troika europea y, por su intermedio, a los intereses estratégicos de los poderes económico-financieros globales.
 

Ante esas continuidades, parece evidente que las marchas de la dignidad de por sí son un medio de lucha insuficiente y tanto más en cuanto su continuidad no está asegurada en lo más mínimo. Es claro que esas marchas necesitan ser articuladas a otras tácticas, incluyendo la huelga general, las huelgas de consumo, la anteposición de recursos judiciales tanto para la defensa de manifestantes imputados como para la obstrucción de proyectos regresivos de ley o políticas antipopulares, la creación de plataformas contra los desahucios y contra la pobreza, la organización de asambleas barriales, el fomento del consumo responsable o el desarrollo de proyectos autogestionados, entre otros. Los propios grupos y movimientos que participan en esas marchas son conscientes de esa necesidad y, aunque esas tácticas estén en buena medida pendientes o por desarrollar, forman parte de la propia agenda de lucha.

Los desafíos de esa lucha popular, sin embargo, no hacen más que multiplicarse. Porque si algo sabemos al respecto es que una cultura de la resistencia que transforme globalmente nuestras formas de vida colectiva no sólo no es una tarea inmediata, sino una práctica permanente que compromete tanto nuestras intervenciones públicas como nuestros actos privados e íntimos. No hay cambio histórico-social posible –incluyendo las estructuras económicas, políticas e institucionales- sin esa transformación profunda en el plano de los valores, significaciones y prácticas que constituyen nuestras subjetividades. De ahí la centralidad de implicar en esas luchas la dimensión simbólica e imaginaria que estructura nuestra existencia cotidiana. 

Dentro de esa dimensión, la exclusión tendencial tanto de los medios de comunicación como del propio sistema político constituye, a mi entender, un punto ciego de las luchas actuales. No cabe descartar que una concepción determinista de estas instituciones esté dificultando una intervención más lúcida y políticamente más efectiva en estos terrenos. Aunque no cabe desconocer la estructura oligopólica de propiedad de los medios y la estructura oligárquica de intereses de los partidos políticos -que restringen claramente los márgenes de participación crítica-, la renuncia a esos espacios estratégicos no hace sino consolidar una cultura hegemónica que oblitera la posibilidad de un cambio radical y la construcción de proyectos colectivos alternativos.

En efecto, la primacía de la derecha mediática y partidaria parece indiscutible y seguirá siéndolo mientras estos espacios no sean disputados por parte de quienes luchan por otra sociedad. Demasiado a menudo se pasa por alto la centralidad de los mass media o del sistema político-partidario como campos de batallas irrenunciables. Aunque las variantes argumentales de semejante autoexclusión tendencial son numerosas, todas parecen partir del presupuesto de que es imposible hacer nada en esos terrenos que no sea ya “una concesión al mismo sistema”. Puesto que en esos campos quienes dictan las reglas de juego son, precisamente, los portavoces de la burguesía económico-financiera, participar en esos terrenos sería convalidar el sistema que ellos fijan. El argumento, sin embargo, puede invertirse: ¿no es precisamente esta exclusión lo que permite que todo siga igual 

Aunque sería un error negar las asimetrías de poder que condicionan cualquier intervención en esos campos, ¿es la “abstención” el único camino? ¿No es una forma de dar vía libre a estas elites gubernamentales y mediáticas indiferentes a las mayorías sociales sin siquiera oponer resistencia? Y, a la inversa, ¿cuáles son los riesgos de una participación crítica en esas condiciones de desigualdad? No cabe descartar que lo que hoy se está ganando en la calle se esté perdiendo en estos otros espacios. Desde luego, habrá que volver sobre estas dimensiones escasamente atendidas. Sin una problematización al respecto, nuestro análisis seguirá sin poder explicar por qué una de las marchas más importantes de toda la historia democrática de España apenas ha logrado romper la jaula de la violencia en la que los discursos oficiales se han obstinado en encerrarla. Y, lo que quizás no deje ser peor: en tanto no hagamos algo para cambiarlo, puede que nuestras luchas sigan siendo estigmatizadas, condenadas a estar fuera de campo, sin legitimación suficiente para producir un cambio social impostergable.
 
 
Arturo Borra

lunes, 28 de abril de 2014

Ser extranjero en la universidad III: Convalidación II

Ya deleité a mis queridos lectores con el inicio de las peripecias burocráticas que he tenido que ir viviendo en la universidad alemana. Aquí conté cómo empezó el tema de la convalidación de asignaturas.

Como segundas partes nunca fueron buenas, y esta no creo yo que vaya a ser una excepción, seré breve, concreta y concisa.

Según mi memoria, todo sucedió tal que así...

Iba yo, una joven bella, inteligente* y con muchas ganas de estudiar de camino al despacho de la susodicha que se ocupa de las convalidaciones y después de pasar por aquel mal trago durante dos horas, la buena mujer aceptó abrir mi carpeta.

Todo lo acontencido desde ese momento hasta que yo salí apresuradamente de aquel oscuro despacho, sucedió en apenas 5 minutos. Se ve que después de dos horas sometiéndome a una tortura piscológica digna de un interrogatoría militar, se quedó sin fuelle para seguir.

Así pues, abrió la carpeta, ojeo con desgana y sin interés, y me dijo con cierta condescendencia:

-Le voy a convalidar esta asignatura y esta.

-Me parece bien. -Le respondí yo.- ¿En qué se basa para convalidarme esas dos asignaturas?- Le pregunté intrigada y al mismo tiempo temiendo escuchar una respuesta absurda.

Mis temores se confirmaron.

-Yo convalido basándome en el título de la asignatura.

Ojiplática me quedé. Cuando por fin pude recoger mi andíbula del suelo, le mostré que tenía los programas con las descripciones de las asignaturas. Quizás sería conveniente comparar más exhaustivamente. La mujer altanera me respondio con una negativa. Pues ella no tenía tiempo para esos menesteres.

Así pues, cuando ella hubo sellado y firmado mis documentos, salí apresuradamente y con muy mal cuerpo de su cámara de tortura despacho.

Muy estimados lectores míos, ustedes ven cómo se las pueden llegar a gastar en el tema burrocrático en cierta universidad alemana. Tanta supuesta corrección y formalismo alemanes, tirados por la borda.







*Permítanme que como todo autor, adorne el texto con una descripción, que por supuesto dudo mucho que se ajuste a la realidad, pero que embelleze el texto.

martes, 22 de abril de 2014

Pascua 2014

Como familia mixta-multiculti que somos en mi casa, inciso:

 (Sí queridos/as lectores/as, EN MI CASA (¡qué placer escribir estas simples palabras!). Por mi casa entendemos mi humilde hogar berlinés, donde mi palabra es ley y se hace lo que yo diga, siempre que la mitad teutona esté conforme.) Inciso cerrado.

Pues eso, que en mi humilde morada se celebra la Pascua, muy a  nuestra manera, como nosotros somos, cogiendo de aquí, mirando de allá. Y ya vamos viendo qué va saliendo.

Comer pescado en Viernes Santo, encender una vela y buscar huevos de chocolate el Domingo de Resurrección, son celebrados como se merecen en mi casa. Con alegría contenida el viernes, ya que es día de silencio y oración, y con alboroto y regocijo el domingo entre puñados de huevos de chocolate.

Este año el conejo de Pascua ha venido cargado hasta los topes.....


viernes, 18 de abril de 2014

Buen viaje señor Garcia Márquez

Colombia despide a su premio Nobel .El escritor Gabriel Guardia Márquez ha fallecido.

Se va la persona, pero nos quedan sus textos.

Sus textos están en mi grupo de "lecturas pendientes antes de morir." Lo malo de esta lista es que no deja de crecer, lo bueno es, que es una motivación para leer más.

Le doy el pėsame a la familia y les deseo una amena lectura a los lectores del Señor Garcia Márquez.

martes, 15 de abril de 2014

Perfil falso de Facebook



Comentar que Facebook es un fenómeno de masas, es completamente innecesario, puesto que hasta las personas que no lo tienen, ni saben cómo se escribe la palabrita, saben para qué sirve, o más bien qué función social cumple. Debo reconocer que, yo, mujer joven, moderna y en contacto directo diario con las nuevas tecnología (así dicho, que gusto me da conocerme), sigo sin tener muy claro para qué sirve el facebook. Queridos lectores, no me vengan ustedes ahora con el manido argumento de que el facebook está para facilitar la comunicación. Tenemos email, correo ordinario, teléfono fijo y móvil. No me vengan con que el facebook facilita la comunicación, porque señores, para mí, lo que facilita principalmente es el intercambio de estupideces supinas.
Dicho lo cual, cada uno que haga lo que le de la real gana.

Como mi opinión respecto al facebook ha quedado claramente expresada en el párrafo primero, no incidiré más en ello. Yo no tengo facebook porque me parece una pérdida absurda de tiempo, además eso de que gente se pueda quedar con mis datos y fotos personales y los maneje a su antojo, me crea cierta sensación de incomodidad.

La opción de crearme un perfil falso, tal y como hace mucha gente, tampoco me atrae lo más mínimo. Hay personas que me echan en cara no estar en facebook, y emprenden una cruzada para tratar de convencerme de que me haga un perfil. Llegan incluso a hacer alusión a lo marginada que estoy, por no tener facebook.

Queridas gentes que habitan en el mundo, si quieren ustedes decirme algo, mostrarme una foto o intercambiar información conmigo, pueden ustedes hacerlo gustosamente por alguno de los medios facilitados para ello. No pretendan ustedes convencerme de que me haga un perfil falso, porque si quiero ver fotos, optaré por pedírselas a ustedes de manera directa y personal. Más que nada para evitar principalmente dos cosas:
Que esta gente maligna del facebook maneje mis datos cómo ellos estimen conveniente.
Evitar tener que leer tanta chorrada junta.

domingo, 13 de abril de 2014

«Corazón de fábrica» -un documental de Ernesto Ardito y Virna Molina

La experiencia de la fábrica recuperada de Zenón es ejemplar. Forma parte de la historia de las luchas populares, de sus riesgos y dificultades, pero también de sus conquistas y logros.
 
Y, ante todo, nos enseña una experiencia de dignidad y resistencia, contra aquellos que han convertido el mundo en un desierto.
 
Este es uno de esos documentales imprescindibles para todos aquellos que quieren construir otro mundo posible.




lunes, 7 de abril de 2014

«Los negros» -Arturo Borra





Los negros

Negro villero, esclavo negro, negrito resentido, negro de mierda, sudaca, lacra negra, oscuro légamo, negro puto, negro que des...tiñe lo que toca, la pulcritud de una ciudad blanca, negro vegetal, negro de noche, carbón y selva, animal y sabana donde los antílopes son cazados como negros con redes para negros, como un pez negro que salta en la canoa antes que anochezca para que no caiga la noche más negra sobre la marea blanca.

Negro como agujero negro, mancha, pozo, negritud negrísima que te
opaca la risa clara.

De Figuras de la asfixia, Arturo Borra (Germanía, Alzira, 2012).

jueves, 3 de abril de 2014

«Los nadies», de Eduardo Galeano

Ayer hubo un linchamiento en Argentina. Hoy han evitado otro. Y las palizas comienzan a repetirse con estos pequeños ladrones, habituados a la violencia cotidiana: en sus barrios y en sus vidas. Vienen los que presumen ser ciudadanos ejemplares y asesinan al “pibe choro” de 18 años, llamando “justicia” a un nuevo acto de barbarie. Justifican así convertirse en asesinos. Y sí, ...es cierto que para esos pibes también la vida vale poco: la muerte se ha hecho parte de la normalidad. Precisamente por ello, lo ético es dejar de repetir el ritual diario del desprecio hacia la vida de los demás. Esta vez no fue una bala sino una patada. Pero da igual. Siguen siendo los “nadies”, dueños de nada, excluidos del sentido de justicia de los que se creen “alguien”.

A.B.


Los nadies

 Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pié derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de los nadies, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
 
 
Eduardo Galeano

miércoles, 2 de abril de 2014

...un año más en mi vida...


...parece que fue ayer cuando llegaste a casa en brazos de mamá...tras cinco años de reinado absoluto me negaba a abdicar ante tus encantos de recién nacido...reconozco que no te lo puse nada fácil...con el tiempo no me costó, en absoluto, ejercer de hermana mayor...5 años permiten abrir puertas, a veces a patadas, que faciliten el camino de quién se ha ganado, a pulso, tu cariño...si miro atrás y compruebo el camino recorrido no se si supe ejercer con acierto mi papel de hermana...he de reconocer que soy más dura y exigente con quienes amo de verdad...no hallé mejor modo de protegerte...quise que aprendieras de tus errores y que supieras levantarte tras una caída...yo, siempre cerca, en la sombra y en silencio...pero ahí...imperceptible a los ojos de los demás pero sí para los tuyos...la vida te sonríe...y con su sonrisa la mía...
...dicen que una imagen vale más que mil palabras...

...hoy, y sin que sirva de precedente, voy a dejar todos mis besos en los bolsillos de Víctor Manuel, mi hermano, que entró en mi vida tal día como hoy...