miércoles, 2 de enero de 2013

WoW (4) - Going Vintage - Lindsey Leavitt

Waiting on Wednesday es una sección hecho por Jill en su Blog, Breaking The SpineSe trata de enseñar aquellos libros próximos a salir a la venta (o ya en venta) que queremos tener en nuestras manos.


Going Vintage - Lindsey Leavitt (26 de marzo de 2013)


Cuando Mallory descubre que su novio, Jeremy, está engañándola con una novia online, ella renuncia a los chicos. También renuncia a la tecnología moderna. Inspirada por una lista de metas que su abuela hizo en 1962, Mallory decide “ir vintage” y regresar a un tiempo más simple (cuando los novios no podían engañarte online). Decide completar la lista de su abuela: postularse para secretaria del club de espíritu escolar, anfitriona de una cena, cocer un vestido para el baile de bienvenida, encontrar un novio, hacer algo peligroso. Pero la lista es más complicada de lo que parece. Y obviamente encontrar a un novio está fuera… no importa lo bien que huele Oliver (el primo de Jeremy). Pero con la ayuda de su hermana, ella lo hará todo. De alguna manera.

Lindsey Leavitt junta perfectamente momentos familiares sinceros, humor para reírse a carcajadas y un poco de romance en esta novela contemporánea encantadora.


Una novela contemporánea que parece muy divertida y que quiero leerla ya!

¿Les llama la atención?

En otras noticias...

No he estado muy pendiente porque lamentablemente mi computador ha muerto :C y no creo conseguir otro muy pronto! Por ahora trataré de dejar entradas del compu robado prestado de mi hermano (donde me encuentro ahora :P)

2013 será mi año
Espero que todos hayan pasado unas fiestas muy felices, con familia, amigos, novios, esposos, etc... Y espero que a todos nosotros este 2013 nos depare cosas buenas... y muchos más libros ;)

Nos leemos ;)

martes, 1 de enero de 2013

Por fin se acabó el 2012

¡Por fin se acabó el 2012 y podemos darle la bienvenida al 2013! Vaya año más duro ha sido en términos generales, y para algunas personas en ciertos aspectos ha sido un annus horribilis; pero como todo en esta vida no puede ser malo, vamos a quedarnos con las aspectos positivios del 2012, que algunos sí que ha habido.

Si yo hago balance, ha sido un muy buen año con mi maromen. Ya llevamos casi un año viviendo juntos, y los dos estamos muy contentos. Hemos hecho varios viajes juntos, incluyendo uno a tierras vascas a que conociera a mí familia, y la verdad es que salió todo muy bien. Este verano queremos repetir :).

Desde el mes de abril he tenido trabajo "de lo mio", (que gustito da poder escribirlo) y parece que tengo contrato hasta que empiece la primeravera. ¡Después ya se verá!

En lo que a salud se refiere ha sido un año muy muy duro, lo más duro de todo, que se me saliera la cadera derecha de su sitio, tener ciática y que me hayan sacado las muelas del juicio. Pero como siempre me dice mi maromen "vamos a repararte, y eso siempre cuesta". Este año me he dado cuenta de cuan poco valoramos nuentras salud, y lo importante que en realidad es.

La relación con mi familia es muy buena, gracias a que hemos sentado unas bases sólidas y cordiales. Y la relación con mis suegros es muy buena, ya quisieran muchos.

Os deseo un feliz 2013 y que alguno de vuestros sueños y deseos se cumpla

lunes, 31 de diciembre de 2012

...una imagen vale más que mil palabras...






…llega el momento del silencio…de autocontemplación…es momento de lanzar el lastre que me pesa, de liberarme y sentirme ligera…es momento de ser consciente del aprendizaje acumulado por cada error cometido…es momento de ser transparente y honesta…de escuchar, atentamente, lo que me dicta el corazón (quienes merecen “okupar” un rincón en él y quienes han de ser desahuciados)…es momento de agradecer todos los deseos cumplidos…es momento de comprometerme con mi escala de valores forjada a fuego lento….momento de echar en falta a quienes me abandonaron por el camino sin querer…es momento de seguir caminando…de seguir creciendo en cada paso…de nutrirme de cuanto me rodea…momento de abrir la puerta al 2013…

¡¡¡GRACIAS POR FORMAR PARTE DE MI VIDA!!!


…infinitos besos para vuestros bolsillos…

jueves, 27 de diciembre de 2012

Preguntas sobre el movimiento 15-M: la experiencia de la derrota




Un movimiento social identificado con fechas específicas, ¿no anticipa ya la tarea de ser confinado temporalmente y hacerse previsible, incluso si rebasa el momento en que se constituyó y hace de las apariciones esporádicas una modalidad de su existencia? También el movimiento 15-M (o 25-S o 15-O, entre otros), en las condiciones presentes, ha de luchar para no convertirse en un asunto del pasado o, algo que viene a ser equivalente, para no terminar siendo una práctica residual protagonizada por una minoría de activistas asediados.


No seremos nosotros quienes nos apresuremos a celebrar su ritual fúnebre. La emergencia de este movimiento significó la posibilidad de una revuelta incipiente que, retroactivamente, ha sido sofocada. Si se compara con las protestas populares multitudinarias precedentes, el rodeo del Congreso el 20 de noviembre de 2012 por unos centenares de manifestantes (convocado por la coordinadora 25-S) muestra este giro: el “acontecimiento”, por así decirlo, ha perdido buena parte de su fuerza inicial, al punto de poner de manifiesto un despliegue policial completamente desmesurado. La policía ni siquiera ha tenido que apelar a la brutalidad que la caracteriza.


Lo imprevisible ha sido estabilizado bajo la forma de protestas discontinuas que no sólo no han sido atendidas en lo más mínimo por el gobierno nacional sino que, además, han sido desarticuladas de forma violenta y criminalizadas de distintas maneras. A nivel mediático, a menudo esta estrategia represiva fue planteada como recurso legítimo para “garantizar el estado de derecho” y las críticas al respecto se han centrado de forma tendencial en la actuación policial, tachada a lo sumo de “excesiva”, como si no mantuviera un vínculo orgánico con una cadena jerárquica de mando.


El repliegue involuntario, por lo demás, es evidente: si las acampadas constituyeron un gesto desafiante al orden público establecido, las manifestaciones actuales ya no parecen preocupar en exceso a un gobierno que hace tiempo definió su estrategia al respecto: dar el golpe de gracia “fuera de cámara”, incluso si para ello es necesario violar de forma descarada la escasa “libertad de prensa” que todavía queda, amedrentando a periodistas y confiscando sus materiales de trabajo.


No resulta extraño, pues, que nos preguntemos sobre una posible asimilación sistémica del movimiento 15-M, pensada no ya en términos de inclusión de sus demandas por parte del sistema político y económico vigente, sino por la vía del creciente aislamiento y fragmentación de sus reivindicaciones. El momento entusiasta en que lo “imposible” estaba ocurriendo se ha convertido en la constatación melancólica de las “oportunidades perdidas”. Sin embargo, ni antes fuimos ingenuamente optimistas ni ahora estamos dispuestos a entregarnos a la sabiduría del pesimismo. Precisamente porque percibimos en el movimiento signos de un agotamiento más que nunca necesitamos dar un nuevo impulso a aquello que nace de la rebelión contra un sistema que hay que calificar de criminal sin temor a la hipérbole.


Desde una perspectiva popular, el 15-M es probablemente uno de los acontecimientos políticos a nivel nacional más relevantes de las últimas décadas. Como irrupción de un sujeto colectivo heterogéneo, en una escena pública nacional marcada por un bipartidismo autista, rompió el anquilosamiento de la resignación. Confiábamos en que desde la pluralidad de sus líneas de fuerza pudiera elaborarse un proyecto político con capacidad de articular grupos heterogéneos. Lo reclamamos en varias ocasiones, no por encontrarnos ante una supuesta “falta de propuestas”, sino por el contrario, por toparnos con una verdadera explosión de sugerencias e iniciativas de acción. El problema aquí no estuvo nunca ligado a la escasez sino más bien a la sobreabundancia.


De ahí, quizás, lo que a mi entender han sido dos errores estratégicos fundamentales: la dispersión e indefinición de los objetivos de intervención y la multiplicación de apariciones sin confluencia en un frente popular común. En un contexto de creciente control de los participantes del 15-M, ¿no sería mejor centrarse en algunas reivindicaciones que permitan condensar el descontento popular y que sean, al mismo tiempo, imposibles de satisfacer dentro del orden hegemónico? Me temo que nada de ello está ocurriendo. Si desde el principio abogamos por una internacionalización de la revuelta, más bien aconteció lo contrario: la transnacionalización de una estrategia del miedo. En España, la resultante de esta escalada represiva se concretó no sólo en cargas policiales brutales sino también en un proceso de judicialización de la protesta pública que supuso, además de miles de imputados, detenidos y multados, millones de decepcionados.


Si desde el momento de su constitución reconocimos en el 15-M una «indignación» colectiva que reclamaba atención analítica y apoyo activo, quizás ahora debamos señalar el punto muerto en el que se está sumergiendo. El furor de los comienzos, cada vez más, está cediendo su lugar a un ritual rutinario, que apenas nos sacude del letargo por unas horas. El triunfo del miedo está convirtiendo la “primavera española” en un “invierno prolongado”.


El panorama no es alentador: si la marca profunda de este movimiento quizás haya sido, ante todo, la repolitización de diferentes grupos sociales, por otro lado es indudable que este proceso ha sido obstruido, sofocando su potencial subversivo. No es meramente un fracaso; el férreo control mediático y la consolidación de un estado policial son parte determinante de esta nueva derrota histórica en la que el saqueo sistémico sigue su curso indiferente. Los privilegios de casta apenas se han modificado. El orden jurídico vigente ha dado un nuevo giro reaccionario y el desmantelamiento del estado de bienestar y de derechos socioeconómicos básicos continúan su camino sin especiales dificultades. La marcha devastadora del neoconservadurismo ha sido reconducida sin más que modificaciones superficiales: una moratoria para una irrisoria minoría de desahuciados, un probable cambio nominal de los CIE, alguna cosmética para las redadas policiales.


Con ello no quiero sugerir que no estemos en una situación próxima a lo que Gramsci señalaba como «crisis de hegemonía»: en el último año, las protestas públicas no han cesado de multiplicarse inundando la calle de distintos colores. Sin embargo, pese a la gravedad de lo que está ocurriendo, algo no funciona: las mareas no confluyen, las aguas siguen sin confundirse y ningún proyecto político alternativo ha logrado hasta el momento orientar las energías colectivas hacia otra parte. La “agenda de lucha” parece limitarse a unos reclamos sectoriales y, a lo sumo, a unas resistencias fragmentadas ante una ofensiva ideológica y política que tiene un derrotero tan virulento como previsible: despidos masivos en el sector público, privatización de sectores estratégicos del estado (incluyendo el “negocio” de las pensiones y de los servicios de empleo), recortes drásticos del gasto social, consolidación de un sistema fiscal regresivo, incremento de la corrupción estructural y el sistema de prebendas, aumento de las desigualdades sociales y de la pobreza relativa y absoluta, creciente concentración de medios y alineación ideológica, etc.   


La proliferación de conflictos sociales en la actualidad política española no deja mucho margen de duda. Lo que no es claro es si, en una coyuntura como la presente, un movimiento como el 15-M está en condiciones reales de canalizar dichos conflictos en un sentido transformador. No hay indicios de que esté ocurriendo algo semejante, aunque nada invita al sarcasmo. La guardia desengañada que nos prevenía de este supuesto “error” nunca se preocupó de aportar su experiencia de lucha para rectificarlo. La restauración autoritaria del control tampoco les inquietó en lo más mínimo. Es lo que tiene mirar las cosas desde arriba: uno no tiene que pasar por la incomodidad de la experiencia. Pero precisamente porque son nuestras luchas, nuestros deseos de justicia, debemos apostar por la (auto)crítica radical, también hacia un movimiento que amenaza con anquilosarse más allá de sus apariciones públicas efímeras. Lo que hace pocos meses parecía una brecha todavía abierta, ahora parece cerrarse. La indignación, sin embargo, no hace más que aumentar. Habrá que persistir, entonces, en el “error” de seguir buscando construir nuevos caminos, incluso si buena parte de sus trayectos no pudieran ser más que subterráneos.


La constatación es doble: el espectro de una revuelta sigue merodeando las ruinas del presente, pero su encarnación parece otra vez conjurada. Puesto que luchamos contra lo probable, sabíamos que esta asimilación sistémica podía ocurrir, aunque confiábamos que no ocurriera. Lo imprevisible, con todo, sigue latiendo: los antagonismos sociales no dejan de multiplicarse y cada vez más seres humanos son arrojados a los márgenes del capitalismo. No podemos predecir qué haremos como sujeto colectivo ante esta máquina de arrasar vidas.


Construir una salida en la aporía del presente tiene algo de tanteo más o menos lúcido: nunca sabemos cuánto puede resistir un muro hasta que intentamos derrumbarlo. Los resultados a veces son decepcionantes pero nunca definitivos: ninguna derrota desmiente el deseo de cambio sino que señala, más bien, su grado de dificultad. La decepción puede incluso ser aleccionadora. Los muros están ahí y no basta el furor espontáneo de la mañana para su derribo. La memoria de la derrota es una forma de aprendizaje; aprendemos siendo derrotados. Y, en efecto, algo hemos aprendido: también es preciso dinamitar los pilares subjetivos que sostienen esos muros. Sólo puede advenir otro tiempo si se gesta desde el deseo colectivo y se articula en un proyecto en común. Ante la repetición de la dificultad, siempre estará la coartada de la huida, el retorno a la resignación. Sin embargo, ¿qué sería de la posibilidad siempre latente de otra sociedad sin esa voluntad de cambio capaz de sobreponerse a la experiencia de la derrota?


Arturo Borra

domingo, 23 de diciembre de 2012

Zorionak/Felices fiestas/frohe Weihnachten

¡Esto de estar sin internet, estando de visita en casa de mis padres de visita, es un rollo!

Tengo un par de minutillo de conexión y quería provechar para felicitaros las fiestas.

Zorionak, feliz navidad, frohe Weihnachten! :D

sábado, 15 de diciembre de 2012

The New York Times Magazine: la innovación en el fotoperiodismo

Julianne Moore en el universo del fotógrafo Gregory Crewdson
“Las pertenencias de la familia y los muebles han permanecido intactos, como si se tratase de un museo o una tumba”, explica entusiasmado Gregory Crewdson, fotógrafo, a Kathy Ryan, la editora de fotografía del New York Times Magazine durante el almuerzo. En la primavera de 2002, Kathy estaba recogiendo ideas para la nueva sección “Portfolio”que el editor de la revista, Adam Moss, acababa de crear. Se trataba de una casa en Rutland, Vermont, cuya propietaria había muerto hacía cuatro años y donde el tiempo, parecía haberse congelado. “Lo primero que pensé era cómo se podría abordar esa obsesión artística, profunda y personal, para conectarla con las necesidades materiales y de actualidad de una revista semanal. ¿Gregory estaría dispuesto a ofrecer papeles a actores conocidos para que aparecieran en las fotos? Hasta aquel momento, sus imágenes más prestigiosas retrataban a personajes anónimos, tan ordinarios que encarnaban al hombre hopperiano presente en sus fotos”, recuerda Kathy. Sin embargo, Ryan ya estaba pensando en trabajar con Tilde Swinton y Julianne Moore y su cámara 8×10. The New York Times Magazineempezó a seleccionar y a asignar papeles para los demás personajes: Tilda Swinton, Gwyneth Paltrow, Philip Seymour Hoffman, Dylan Baker, Agnes Ryan y William H. May. El resultado fue Dream house (Casa de sueños), publicado el 10 de noviembre de 2002, una serie de retratos donde los protagonistas parecen vagar ausentes por un plató de cine, esa casa con jardín estadounidense, arrastrando la soledad y la desesperación del que vive alienado, paralizado por el miedo.






La revista The New York Times Magazineha sido un referente durante los últimos treinta años en la fotografía contemporánea en los medios de comunicación. Talento, riesgo y compromiso. “A menudo el mejor trabajo creativo se produce cuando existe un cruce entre diferentes disciplinas. Una película es pictórica. Una fotografía es escultural. Del mismo modo, la revista alcanza a menudo su máximo esplendor cuando conseguimos que fotógrafos trabajen en proyectos que salen de sus límites habituales. Cuando un artista aborda una noticia o cuando un fotógrafo de documentales participa en una sesión de fotos de moda, la página chispea”, explica Kathy Ryan, editora de fotografía de The New York Times Magazine, donde ha trabajado durante más de 25 años, y comisaria de la exposición “The New York Times. Fotografías”, visitable hasta el 2 de diciembre en el Palau Robert de Barcelona(entrada gratuita). Ciento treinta fogonazos de 35 maestros apasionados, inconformistas y con una visión personal de su trabajo, como Annie Leibovitz, Sebastião Salgado, Lynsey Addario, David Armstrong, Chuck Close, Lyle Ashton Harris, Roger Ballen, Stephanie Sinclair, Fred Conrad, Gregory Crewdson, Philip Lorca diCorcia, Rineke Dijkstra, Edward Keating, Mary Ellen Mark, Jeff Mermelstein, Abelardo Morell, Paolo Pellegrin, Nancy Seisel, Andrés Serrano, Malick Sidibé, entre otros.


La filosofía de la revista es muy concreta. El fotógrafo tiene el reto de dar parte de la noticia, de expresar algo sobre los hechos mientras esta se desarrolla; debe ser capaz de producir una crónica personal y con matices, además de comunicarse con rapidez y eficacia con su editor. Y es aquí donde la exposición te atrapa, donde los profesionales desnudan las fases del proceso creativo, dejando notas, comprobantes, emails, negativos o fotografías originales al descubierto. La excelencia no surge de un nombre, una marca o una tipografía, sino de cómo personas dialogan y se cuestionan. Profesionales que emborronan blocs de notas amarillos, crecen y dudan, y por los que un medio como The New York Times está dispuesto a apostar.

Frente a abundancia de imágenes instantáneas y a las paupérrimas condiciones económicas en las que trabaja un fotoperiodista, “de momento, The New York Times Magazine se puede seguir permitiendo enviar a fotógrafos de renombre a lugares lejanos y dedicar a cada historia el tiempo que requiere”, explicaba a la agencia EFE la editora durante la presentación de la exposición el pasado septiembre en Barcelona. Basta con detenerse ante el trabajo de Paolo Pellegrin: An impossible occupation (Una ocupación imposible, publicado el 12 mayo de 2002), How did Darfur happen? (¿Cómo sucedió Darfur?, 11 de octubre de 2004) o The exodus (El éxodo, 13 de marzo de 2011), duras fotografías que nos interpelan, nos muestran un mundo violento y hostil del que también somos responsables.

“La fotografía sigue teniendo el poder de detener el tiempo y, si es buena, atrapa la mirada del observador y le ofrece una interpretación única y personal, la interpretación del fotógrafo”, afirmaba Ryan a la redactora de EFE, “el papel e Internet son formatos diferentes, pero igualmente válidos para la fotografía. La revista consigue una presentación cuidada y única, mientras que la pantalla es interactiva y ofrece una luminosidad que permite ver muchos detalles”. No sólo no temen a la red, sino que han incorporado un nuevo formato a la revista: el vídeo. Como comentaba en la presentación: “Cada vez dedicamos más tiempo a producir material para la página web. Buscamos un vídeo adecuado para cada historia y contratamos al director de cine o al realizador más adecuado para cada tema. Dedicamos mucho tiempo a seleccionar el tipo de audio, la forma de filmar, la mirada más interesante…”. Una lección de periodismo de la que podemos tomar nota.

Un artículo de María Crespo (@merinoticias) para Periodistas en Potencia

martes, 11 de diciembre de 2012

Invierno

Lo sabía, yo ya sabía que este invierno iba a nevar antes incluso de que yo volara a ver a mi familia estas navidades. Había gente que me insistia es que seguro que no nevaba, por lo menos no tan pronto.

Lleva "lloviz-nevando" desde el sábado. El domingo nevo bastante y se acumularon casi 15 cms de nieve en las aceras; hay gente que cumpliendo con su obligación limpia la entrada de su portal/comercio, pero hay gente que pasa de todo y deja que sea el Winterdients(servicio de invierno= vamos, los que quitan la nieve) el que se ocupe, cuando pueda, de su entrada.

A mí la nieve me gusta para hacer 3 fotos, 2 de ellas en algún mercado navideno, pero ya. No soy superfan de la nieve, no sé esquiar, y con lo patosa que soy, me da miedo resbalarme y caerme por culpa del hielo. Este anno mis suegros, triunfando una vez más, me regalaron unas Schuhspikes (cadenas para los zapatos), y la verdad es que me siento más segura usándolas, me resbalo menos.

Las mías son muy similares a estas:http://www.winterproof.de/schneekrallen-schuhkrallen-spikes-fur-schuhe-bei-eis-und-schnee/16-ibex.html.

?Sabiais que existían? Lo pregunto porque la primera vez que las vi me sorprendio bastante.